Humberto Muñoz García
LAISUM, México, 04/08/11
La inercia guía algunos procesos de la vida nacional. Es alimentada por la falta de acuerdos, debido a las fracturas políticas que existen en el país. No se generan orientaciones de cambio, propuestas para salir de los problemas, que se mantienen a flote, como es el caso de varios que existen en la educación superior. Cerramos los ojos ante ellos y, ahora, como en la historia, nos dicen que no es el tiempo propicio para entrar a resolverlos. ¡Ya vamos hacia las presidenciales y hay que esperar! En espera de que no truenen.
Urge dialogar para desatorar los nudos gordianos que impiden el desarrollo de la academia. Hemos reiterado uno de ellos. Los académicos no reclamamos, pero estamos molestos. Hemos perdido autoridad en las instituciones. La excesiva normatividad, la burocratización excedida y el descuido en los procesos de evaluación nos han conducido a comportarnos para obtener puntos, a hacer todo aquello que nos piden para conseguir un ingreso digno. A la inversión en el “yo” antes que a los fines institucionales. Y ahí la llevamos, mientras no quieran escuchar que el modus operandi está mal.
La molestia puede crecer y abatir el conformismo habitual. A raíz de una queja de la Universidad de Guadalajara (UdeG) ante la Secretaría de Educación Pública (SEP), nos hemos enterado que en esa casa de estudios priva un problema presupuestal para pagar puntual y oportunamente los “estímulos” al personal académico. ¿Existen otras universidades en el mismo caso? Un texto incluido en la página del Laboratorio de Análisis Institucional del Sistema Universitario Mexicano (LAISUM) informa que el problema es de dimensión nacional y que hay otras diez universidades estatales que son las más afectadas por el mismo. Esto es, el problema puede hacer mella en todos y cada uno de nosotros.
El lector recordará que en estas páginas he insistido en el agotamiento de las políticas educativas que se han implantado desde hace decenios. Son políticas que fueron pensadas para una coyuntura, pero se alargaron demasiado en el tiempo. Quienes las han mantenido y aplicado han creado un monstruo que está devastando la academia.
La falta de dinero para los estímulos, como sugiere el escrito citado, se debe a que hay más académicos a quien estimular y más acumulación de “méritos” entre los académicos establecidos. Y, claro, hemos conseguido los méritos porque nos hemos dedicado a trabajar muy fuerte, lo cual se ha vuelto contradictorio con las limitantes financieras que impone el gobierno. Entre los efectos negativos del sistema de becas al desempeño se halla la sobreexplotación del trabajo académico, en las instituciones públicas y privadas, que, entre otras cosas, se refleja en la salud, física y mental, de los profesores, que a su vez se refleja en los alumnos. Si a tales efectos se agrega la falta de dinero para los estímulos, estamos ante un problema muy serio, potencialmente explosivo en el campo político.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público ha mantenido sus criterios para no elevar los montos con los que se pagan los “estímulos”, al ritmo del crecimiento de la planta y de su calidad. Además, para el ejercicio presupuestal del año 2010 y para el de este año, no se autorizaron aumentos para la masa de los “tortibonos”, como les llaman mis colegas de Sonora a los programas de desempeño.
En un momento no muy lejano, será imperativo revisar el manejo de la estructura salarial de los docentes e investigadores universitarios y las formas como se les evalúa. Lo cual está ligado a una reforma de la educación superior que imprima fuerza a la educación pública. Lamentablemente, la inercia y las fracturas políticas no la hacen posible “en estos tiempos”. Como otras reformas, probablemente pasará a dormir el sueño de los justos. Mientras, autoridades y académicos deberíamos solidarizarnos y protestar para que aprueben y entreguen el dinero que hace falta para que paguen lo que nos corresponde.
En lo inmediato, es fundamental que el presupuesto de la educación superior para 2012 contemple la propuesta de la ANUIES, con el monto respectivo solicitado. Las universidades van a crecer en cobertura y, necesariamente, en profesores. Para captar en la academia a los mejor formados, hay que ofrecer buenos sueldos y un buen clima de trabajo en las universidades públicas, porque en ellas seguirá radicando la mayor parte de la matrícula.
En el corto plazo, se debe evitar que el manejo financiero de este gobierno termine por ahogarnos. Hacia el futuro, tenemos que luchar y convencer para que los congresistas eleven adecuadamente los recursos económicos a las universidades públicas. Eliminar tensiones para que puedan funcionar correctamente y satisfacer sus objetivos.
En política, saber y comunicar a dónde se quiere ir es un principio básico. Vamos a estar pendientes de lo que oferten los partidos como programa educativo para el período 2012-2018. Es vital que quien nos vaya a conducir señale el camino y abra la puerta del diálogo. No nos convence, de entrada, que nos hablen de racionalizar el gasto. Desde hace 40 años significa restricciones. Queremos un proyecto educativo coherente con un proyecto nacional de desarrollo para este siglo.
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