Alexis Guerra
El Nacional, 31/08/11
Con la misma vertiginosidad y velocidad con la cual circula la información y el conocimiento en Internet, a la vez que se acumula de manera exponencial quienes tienen acceso a la red y navegan en ella, los internautas disponen de todas las posibilidades para, al igual que los antiguos piratas en los siete mares, cometer cuanto delito o fechoría se les ocurra, especialmente los relacionados con el denominado delito de plagio o apropiación indebida del intelecto y palabras de los demás, sin el debido crédito o reconocimiento de la autoría original.
El plagio se hace presente en todos los ámbitos de la vida donde el pensamiento se expresa en el discurso oral o escrito. No es exclusivo, por ejemplo, del mundo literario, sino que invade otras dimensiones como la música, el cine, el teatro, la ciencia, la educación y la política. Hay quienes, a nuestro modo de ver, equivocadamente atribuyen la multiplicación del plagio al surgimiento de Internet, con lo cual, en retrospectiva y en extremo, por absurdo, pudiera plantearse que sólo con la eliminación de la red se solventaría tal situación. Obviamente, el problema no reside en la herramienta tecnológica como tal; en el fondo, la cuestión reside en el acto consciente y voluntario, en algunos casos por ignorancia, de quien atenta contra la propiedad intelectual, de quien violenta el derecho de autor sin importarle las consecuencias y se apropia indebidamente de un conocimiento o de una obra artística que no le pertenece.
Subyace en la acción de deshonestidad intelectual, como se le tipifica en los reglamentos y normas universitarias, por ejemplo, el dilema ético que debe enfrentar el plagiario como individuo, como "ciudadano global", como internauta, cuando acude a este mecanismo para "cortar y pegar", cuya generalidad traduce una crisis ética, una crisis de valores, en tanto una dimensión más de la crisis global en la cual se encuentra sumida la sociedad contemporánea. No se trata de un fenómeno actual. Sonia Jannet Girón Castro de la Universidad Sergio Arboleda, en sus reflexiones acerca del tema, acota que en el siglo V a.C., en un concurso de poesía, hubo quienes plagiaron varias obras existentes en la Biblioteca de Alejandría y el jurado no vaciló en calificarlos de ladrones. En Grecia, célebres fueron las acusaciones contra Aristófanes por haber plagiado a Eurípides; y contra Demóstenes por hacer lo mismo en el caso de Iseo. Más cercana en el tiempo es la alusión en la que se menciona a Camilo José Cela, Nobel español, señalado como plagiario por su novela La cruz de San Andrés, con la cual el afamado escritor se acreditó el Premio Planeta, en su edición del año 1994.
Como ocurre con otros comportamientos, detrás del plagiario de hoy, siempre hubo un maestro o un profesor indiferente, despreocupado y desactualizado, que no se interesó por conocer los programas especializados que la propia Internet, en resguardo del sistema de propiedad intelectual, ha venido creando para detectar el plagio estudiantil, ante la proliferación de páginas web que lo promueven. A propósito de un caso reciente de plagio académico que conmovió al mundo político europeo, Andrei Fediashin, de la agencia RIA Novosti, reportó a través de Internet "en pocas palabras, esa fea historia", como él mismo lo califica. El ministro de Defensa, Karl Theodore zu Guttenberg, considerado el sucesor de la actual canciller alemana Angela Merckel, se vio obligado a renunciar luego de haber sido descubierto el plagio de su tesis doctoral Constitución y Tratado Constitucional: grados de desarrollo constitucional en EEUU y la UE, en la Universidad de Bayreuth, en 2007. El título de doctor le fue retirado el 23 de febrero de este año, luego de constatarse el delito, luego de la denuncia de Andreas Fischer-Lescano, catedrático de la Universidad de Bremen.
Curiosamente, en una de sus versiones, el episodio fue titulado "Google tumbó a Zu Guttenberg". (Villapadierna, dixit.ABC Internacional)
El plagio se hace presente en todos los ámbitos de la vida donde el pensamiento se expresa en el discurso oral o escrito. No es exclusivo, por ejemplo, del mundo literario, sino que invade otras dimensiones como la música, el cine, el teatro, la ciencia, la educación y la política. Hay quienes, a nuestro modo de ver, equivocadamente atribuyen la multiplicación del plagio al surgimiento de Internet, con lo cual, en retrospectiva y en extremo, por absurdo, pudiera plantearse que sólo con la eliminación de la red se solventaría tal situación. Obviamente, el problema no reside en la herramienta tecnológica como tal; en el fondo, la cuestión reside en el acto consciente y voluntario, en algunos casos por ignorancia, de quien atenta contra la propiedad intelectual, de quien violenta el derecho de autor sin importarle las consecuencias y se apropia indebidamente de un conocimiento o de una obra artística que no le pertenece.
Subyace en la acción de deshonestidad intelectual, como se le tipifica en los reglamentos y normas universitarias, por ejemplo, el dilema ético que debe enfrentar el plagiario como individuo, como "ciudadano global", como internauta, cuando acude a este mecanismo para "cortar y pegar", cuya generalidad traduce una crisis ética, una crisis de valores, en tanto una dimensión más de la crisis global en la cual se encuentra sumida la sociedad contemporánea. No se trata de un fenómeno actual. Sonia Jannet Girón Castro de la Universidad Sergio Arboleda, en sus reflexiones acerca del tema, acota que en el siglo V a.C., en un concurso de poesía, hubo quienes plagiaron varias obras existentes en la Biblioteca de Alejandría y el jurado no vaciló en calificarlos de ladrones. En Grecia, célebres fueron las acusaciones contra Aristófanes por haber plagiado a Eurípides; y contra Demóstenes por hacer lo mismo en el caso de Iseo. Más cercana en el tiempo es la alusión en la que se menciona a Camilo José Cela, Nobel español, señalado como plagiario por su novela La cruz de San Andrés, con la cual el afamado escritor se acreditó el Premio Planeta, en su edición del año 1994.
Como ocurre con otros comportamientos, detrás del plagiario de hoy, siempre hubo un maestro o un profesor indiferente, despreocupado y desactualizado, que no se interesó por conocer los programas especializados que la propia Internet, en resguardo del sistema de propiedad intelectual, ha venido creando para detectar el plagio estudiantil, ante la proliferación de páginas web que lo promueven. A propósito de un caso reciente de plagio académico que conmovió al mundo político europeo, Andrei Fediashin, de la agencia RIA Novosti, reportó a través de Internet "en pocas palabras, esa fea historia", como él mismo lo califica. El ministro de Defensa, Karl Theodore zu Guttenberg, considerado el sucesor de la actual canciller alemana Angela Merckel, se vio obligado a renunciar luego de haber sido descubierto el plagio de su tesis doctoral Constitución y Tratado Constitucional: grados de desarrollo constitucional en EEUU y la UE, en la Universidad de Bayreuth, en 2007. El título de doctor le fue retirado el 23 de febrero de este año, luego de constatarse el delito, luego de la denuncia de Andreas Fischer-Lescano, catedrático de la Universidad de Bremen.
Curiosamente, en una de sus versiones, el episodio fue titulado "Google tumbó a Zu Guttenberg". (Villapadierna, dixit.ABC Internacional)
Vaya esta moraleja doble: 1.
Internet te facilita la información, pero igual puede revertirla en tu contra; 2. Existen universidades que se respetan donde el plagio es un delito de lesa academia.
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