sábado, 26 de mayo de 2012

Desprofesionalización y rigidez curricular

Hugo Pérez H
Tal Cual, 26/05/12

La universidad sirve a la sociedad concentrándose en ser una corporación de profesionales dedicados a tiempo completo a la docencia y a la investigación. Esa corporación incluye también a adultos que están siendo formados para ser futuros profesionales. Puede ser que la universidad hoy sea mucho más que eso, pero sin profesores a tiempo completo y estudiantes, no será una universidad.

Hoy día queremos, claro está, más de nuestras universidades, por ejemplo que en su dedicación a la docencia formen profesionales competentes y demócratas. Los futuros profesionales que se graduarán de la universidad ingresan a ella bajo la premisa de que son adultos y que serán tratados como adultos. En su formación profesional serán guiados por docentes investigadores a tiempo completo. En su formación como adultos demócratas ejercerán su capacidad de elección libre y responsable, principalmente en lo que les compete de manera personal: las materias que cursarán en sus carreras.

En todo lo anterior las universidades venezolanas, tanto públicas como privadas, están raspadas.

Las universidades públicas han sido sistemáticamente desprofesionalizadas en los últimos años. Un Instructor a tiempo completo gana actualmente menos de 3.000 bf.

De modo que le es imposible dedicar todo su tiempo a su labor docente y de investigación y, de hecho, termina comportándose como un tiempo convencional: apenas dedica el mínimo de tiempo indispensable a sus clases para salir corriendo a su "otro trabajo". Los que sufren son los estudiantes que se ven expuestos a lecciones mal preparadas por docentes que no son profesionales de la academia. Por su parte las universidades privadas nunca han sido en Venezuela verdaderas universidades profesionales, pues cuentan en sus plantas con un minúsculo porcentaje de profesores a tiempo completo. Ni qué hablar de las universidades fundadas por el actual gobierno: van desde las meramente docentes a las militarizadas (literalmente), son la antítesis de la universidad.

Pero quizás la mayor tara de nuestras universidades está en su papel como formadoras de adultos demócratas. La estructura rígida de facultades y escuelas que ofrecen carreras de currículo tubular incentiva todo menos la capacidad de elección libre y responsable de los estudiantes.

Esta sólo se ejerce cursando un currículo libre, abierto, flexible, que incluya todas las materias que ofrece la universidad. Esa elección debe ser tan sólo limitada por los mínimos de créditos exigidos para obtener el grado en tal o cual profesión. Más allá de esos límites, todo debe ser optativo.

Los currículos tubulares, organizados por Escuelas, de nuestras universidades públicas y privadas, son exactamente lo contrario a lo que es una universidad: más bien implican la convicción de ser una institución que acoge a niños en el proceso de ser guiados. El resultado de ese proceso "pedagógico" (¿la universidad es para guiar a niños o para formar a adultos?) es que, si bien a las universidades entran niños irresponsables, de ella rara vez salen adultos responsables. Nuestras universidades infantilizadas y autoritarias son reflejo y reproductoras de una sociedad que desprecia la responsabilidad individual cada vez más a favor del despotismo paternalista. Una sociedad de niños que, como rebaño, deben ser guiados por el Gran Líder pedagogo.

Pero ambos temas, el de la desprofesionalización y la rigidez curricular, están relacionados. Las estructuras pesadas e inflexibles de Facultades y Escuelas son económicamente insostenibles, tanto para las universidades públicas como privadas.

Una Facultad, Escuela o Departamento (el nombre es irrelevante) de Sociología, por ejemplo, con profesores a tiempo completo, sólo tiene sentido si ofrece las materias relativas a sociología a toda la universidad, tanto a los estudiantes interesados en eventualmente graduarse en sociología como a los estudiantes que quieren ser filósofos, médicos, ingenieros, etc.

No es una utopía, de hecho así funcionan las mejores universidades del mundo.

La universidad no será democrática cuando los estudiantes puedan votar en cada una de las instancias académicas en supuesta paridad con los profesores, sino cuando esos estudiantes sean tratados como adultos con capacidad para elegir libremente sus propios destinos profesionales.

Y a la vez esa universidad no servirá de nada a la sociedad si no tiene gente que esté dedicada a ella a tiempo completo.

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