Eduardo Vásquez
Tal Cual, 13/11/11
E l 25 de septiembre de 2011, la ministra de Educación dio una importante declaración en El Universal. No sólo asombra lo que dice, sino más aún, lo que calla. Para ella no hay historia. En 1793 se proclamó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. En ella se estatuyeron, no los derechos de los burgueses para proteger a sus intereses y privilegios, como sostiene Marx erróneamente en La Cuestión Judía, esos derechos, según él, "no son otra cosa que los derechos del miembro de la sociedad burguesa, es decir del hombre egoísta, del hombre separado del hombre y de la comunidad"; por el contrario, son derechos de todos los hombres, cualesquiera fuera su posición social, su etnia, su religión; son derechos universales y no los de una clase social. Se estatuyen para proteger a los ciudadanos contra los abusos del poder.
Hoy estamos viendo cómo esos derechos son exigidos universalmente (países árabes, asiáticos, africanos), lo cual echa por tierra la tesis de algunos sociólogos, quienes, para invalidarlos, los calificaron de eurocéntricos. La revolución americana y la francesa aportaron valores. Esos valores fueron básicos para que los países occidentales burgueses lograran un desarrollo económico e industrial nunca visto en la historia. Así lo reconoce el fundador del socialismo científico: "la burguesía ha desempeñado, en el transcurso de la historia un papel verdaderamente revolucionario... Hasta que ella no lo reveló, no supimos cuánto podía dar de sí el trabajo del hombre". Y más adelante Marx señala cuál es la artillería pesada de la burguesía: "la baratura de las mercancías que derrumba todas las murallas de China...
obliga a todas las naciones a abrazar el régimen de producción de la burguesía o perecer". No sólo aportó la revolución burguesa los derechos del hombre, trajo también otros valores inherentes a la producción para el mercado y el intercambio: "El individualismo crítico (desaparición de toda autoridad supraindividual), la libertad y la igualdad entre todos los hombres, la universalidad de las leyes y el derecho a la propiedad privada.
Para que exista sociedad capitalista tiene que haberse impuesto la igualdad. Esto lo advierte Marx al inicio de El Capital cuando postula el trabajo abstracto (universal) que se concreta en cada trabajador y en cada mercancía (particular), y también en el acto de intercambio de las mercancías, en el que los participantes son rigurosamente iguales. La idea de universalidad (pesadilla de algunos sociólogos postmodernos) tiene su origen en el intercambio, del cual es a la vez condición y resultado: en cualquier catálogo se ofrecen mercancías con precios iguales para todos, sin importar raza, color, nación o religión. Otra categoría mental que surgió con la burguesía es la tolerancia (monstruo inadmisible para socialistas del siglo XXI, y familiares nazis y fascistas). En el intercambio carece de toda importancia las convicciones de los participantes (cristianos, judíos o mahometanos), en nada influyen en la capacidad para realizar el contrato. Estos valores, que impulsaron el desarrollo económico, social, humano, surgieron con la Ilustración y cobraron plena vigencia en la sociedad de producción para el mercado.
La ministra para la Educación enumera los valores del socialismo: "Solidaridad, cooperación y colaboración, superiores al egoísmo y a la competencia, es decir, quítate tú para ponerme yo (sic.)" De acuerdo con lo que expusimos sobre los valores de la sociedad capitalista, lo que dice la ministra es más propio de un rapero que de una licenciada o doctora en educación. La competencia en cualquier campo humano se aplica para escoger los mejores. En atletismo, en ciencias, en cualquier profesión se aplica para escoger los mejores. Sustituir esa competencia por el dedo del Comandante ha producido desastrosas consecuencias. ¿Cree la Ministra que la igualdad jurídica elimina las desigualdades humanas? Donde más impera el quítate tú pa’ ponerme yo es en la sociedad que quiere formar el Comandante.
Colaboración y cooperación son propias de toda sociedad donde exista la división del trabajo. En la sociedad capitalista ya estaba presente, como lo anota Marx en el tercer tomo de El Capital. En las teorías de la historia de Hegel y de Marx ésta es una sucesión de formaciones sociales que aportan valores que no desaparecen con ellas, sino que, por ser formadoras de la libertad humana, transitan a las sociedades que las reemplazan. La concepción de la historia que tienen los más altos dignatarios de este aberrante socialismo es su destrucción, pues ésta es la de como los hombres, por su propio trabajo, se han formado a sí mismos.
A la ministra se le olvidó enumerar los valores del llamado socialismo real, soviético y cubano. En vez de tolerancia, acusaciones infames y calumnias para encarcelar y perseguir (los juicios de Moscú y los de Fidel); formación de cuadros de matones para acabar con los que protestan (iguales a los S.S. y S.A. de Hitler); fabricación de remoquetes para humillar y aniquilar a los adversarios (gusanos, apátridas, escuálidos, majunches); transformación de los ciudadanos productivos en parásitos del Estado; uniformes (rojos, los de los nazis eran camisas pardas) para identificar a los que han renunciado a pensar y criticar (criticar para los militantes del comandante es insultar y aporrear); transformación de un país productivo en un país de indigentes (en vivo y en directo la Cuba fidelista); como valor fundamental usar el miedo para someter a la población ("tengo miedo, muchísimo miedo", le dijo el escritor Piñera al comandante cuando le escuchó: "todo para la revolución, nada contra la revolución"); honrar y proteger a los que aporrean, delatan y espían a la oposición; sólo le falta un Ministerio de la Verdad donde se falsifica la verdad (Orwell lo predijo).
Enumeramos muchos de los valores que emergieron con la revolución burguesa, ¿Cuáles son los que surgieron con el socialismo soviético y el cubano? En ambos, pena de muerte (los últimos fueron tres jóvenes negros cubanos); la cárcel por delito de opinión; prohibición de hablar, de reunirse y publicar; la cárcel por delito de opinión; pobreza mantenida por incapacidad de los funcionarios; la delación, el terror difuso; la ausencia de sindicatos; prohibición de partidos políticos; culto al jefe. La soviética y la cubana son ejemplos de la peor derecha, del macartismo exacerbado, del Ku Klux Kan en el poder. Son los sepultureros, no del capitalismo, sino de la izquierda.
Triste tarea la de ser ministra de Educación (?) con semejante cruz encima.
Hoy estamos viendo cómo esos derechos son exigidos universalmente (países árabes, asiáticos, africanos), lo cual echa por tierra la tesis de algunos sociólogos, quienes, para invalidarlos, los calificaron de eurocéntricos. La revolución americana y la francesa aportaron valores. Esos valores fueron básicos para que los países occidentales burgueses lograran un desarrollo económico e industrial nunca visto en la historia. Así lo reconoce el fundador del socialismo científico: "la burguesía ha desempeñado, en el transcurso de la historia un papel verdaderamente revolucionario... Hasta que ella no lo reveló, no supimos cuánto podía dar de sí el trabajo del hombre". Y más adelante Marx señala cuál es la artillería pesada de la burguesía: "la baratura de las mercancías que derrumba todas las murallas de China...
obliga a todas las naciones a abrazar el régimen de producción de la burguesía o perecer". No sólo aportó la revolución burguesa los derechos del hombre, trajo también otros valores inherentes a la producción para el mercado y el intercambio: "El individualismo crítico (desaparición de toda autoridad supraindividual), la libertad y la igualdad entre todos los hombres, la universalidad de las leyes y el derecho a la propiedad privada.
Para que exista sociedad capitalista tiene que haberse impuesto la igualdad. Esto lo advierte Marx al inicio de El Capital cuando postula el trabajo abstracto (universal) que se concreta en cada trabajador y en cada mercancía (particular), y también en el acto de intercambio de las mercancías, en el que los participantes son rigurosamente iguales. La idea de universalidad (pesadilla de algunos sociólogos postmodernos) tiene su origen en el intercambio, del cual es a la vez condición y resultado: en cualquier catálogo se ofrecen mercancías con precios iguales para todos, sin importar raza, color, nación o religión. Otra categoría mental que surgió con la burguesía es la tolerancia (monstruo inadmisible para socialistas del siglo XXI, y familiares nazis y fascistas). En el intercambio carece de toda importancia las convicciones de los participantes (cristianos, judíos o mahometanos), en nada influyen en la capacidad para realizar el contrato. Estos valores, que impulsaron el desarrollo económico, social, humano, surgieron con la Ilustración y cobraron plena vigencia en la sociedad de producción para el mercado.
La ministra para la Educación enumera los valores del socialismo: "Solidaridad, cooperación y colaboración, superiores al egoísmo y a la competencia, es decir, quítate tú para ponerme yo (sic.)" De acuerdo con lo que expusimos sobre los valores de la sociedad capitalista, lo que dice la ministra es más propio de un rapero que de una licenciada o doctora en educación. La competencia en cualquier campo humano se aplica para escoger los mejores. En atletismo, en ciencias, en cualquier profesión se aplica para escoger los mejores. Sustituir esa competencia por el dedo del Comandante ha producido desastrosas consecuencias. ¿Cree la Ministra que la igualdad jurídica elimina las desigualdades humanas? Donde más impera el quítate tú pa’ ponerme yo es en la sociedad que quiere formar el Comandante.
Colaboración y cooperación son propias de toda sociedad donde exista la división del trabajo. En la sociedad capitalista ya estaba presente, como lo anota Marx en el tercer tomo de El Capital. En las teorías de la historia de Hegel y de Marx ésta es una sucesión de formaciones sociales que aportan valores que no desaparecen con ellas, sino que, por ser formadoras de la libertad humana, transitan a las sociedades que las reemplazan. La concepción de la historia que tienen los más altos dignatarios de este aberrante socialismo es su destrucción, pues ésta es la de como los hombres, por su propio trabajo, se han formado a sí mismos.
A la ministra se le olvidó enumerar los valores del llamado socialismo real, soviético y cubano. En vez de tolerancia, acusaciones infames y calumnias para encarcelar y perseguir (los juicios de Moscú y los de Fidel); formación de cuadros de matones para acabar con los que protestan (iguales a los S.S. y S.A. de Hitler); fabricación de remoquetes para humillar y aniquilar a los adversarios (gusanos, apátridas, escuálidos, majunches); transformación de los ciudadanos productivos en parásitos del Estado; uniformes (rojos, los de los nazis eran camisas pardas) para identificar a los que han renunciado a pensar y criticar (criticar para los militantes del comandante es insultar y aporrear); transformación de un país productivo en un país de indigentes (en vivo y en directo la Cuba fidelista); como valor fundamental usar el miedo para someter a la población ("tengo miedo, muchísimo miedo", le dijo el escritor Piñera al comandante cuando le escuchó: "todo para la revolución, nada contra la revolución"); honrar y proteger a los que aporrean, delatan y espían a la oposición; sólo le falta un Ministerio de la Verdad donde se falsifica la verdad (Orwell lo predijo).
Enumeramos muchos de los valores que emergieron con la revolución burguesa, ¿Cuáles son los que surgieron con el socialismo soviético y el cubano? En ambos, pena de muerte (los últimos fueron tres jóvenes negros cubanos); la cárcel por delito de opinión; prohibición de hablar, de reunirse y publicar; la cárcel por delito de opinión; pobreza mantenida por incapacidad de los funcionarios; la delación, el terror difuso; la ausencia de sindicatos; prohibición de partidos políticos; culto al jefe. La soviética y la cubana son ejemplos de la peor derecha, del macartismo exacerbado, del Ku Klux Kan en el poder. Son los sepultureros, no del capitalismo, sino de la izquierda.
Triste tarea la de ser ministra de Educación (?) con semejante cruz encima.
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