José Rafael Díaz
UDO-Sucre, 23/11/11
La vida universitaria plena es una experiencia única ya que permite la confrontación libre de las ideas y exige el respeto de las diferencias. Bajo estas premisas, la eficiencia, el respeto a los reglamentos, la negociación, la formulación de planes y el reconocimiento de las fallas deberían ser hechos cotidianos. El llamado de atención y las críticas hacia el ejercicio del poder universitario deberían ser tomados en cuenta para enderezar el rumbo y alcanzar el bien común.
No ocurre así en el Núcleo de Sucre. Las acciones y opiniones de quienes piensan de manera diferente no son, en general, bienvenidas. En pleno siglo XXI, en el Núcleo se insiste en progresar con las gríngolas y las orejeras bien apretadas. Quien insiste en hacer oír su voz es sometido al odio intra y extramuros.
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