martes, 1 de noviembre de 2011

El cerco antiuniversitario

Rafael Di Prisco
Sol de Margarita, 01/11/11
 
No es que se lo merezcan o no. Tampoco es que trabajen mucho o poco. Mucho menos se trata de calificar o valorar su trabajo. De lo que se trata es de precisar, respetuosa y delicadamente, la imprudencia del inoportuno reciente incremento del 50% de los sueldos al personal de la Fuerza Armada que acaba de ordenar el señor comandante Presidente.

En principio, todo asalariado tiene que estar de acuerdo con un aumento del sueldo de cualquier trabajador de cualquier otro sector, por la sencilla razón de que siempre, absolutamente siempre, los sueldos están muy por debajo de los niveles del costo de la vida, y el más inocente de los aumentos es un precedente importantísimo: “Cónchale, si a ellos les aumentan, pues yo quiero que a nosotros nos aumenten lo mismo”. Y si a ese sector, el de la Fuerza Armada, le han incrementando los sueldos dos veces en un año, pues, todo el mundo querrá su aumentico equivalente: los médicos, los enfermeros, los bomberos, los docentes de cualquier nivel desde primaria hasta universitario, los obreros del hierro o del aluminio, los petroleros, y así todos y cada uno de los cientos de sectores públicos que hoy calientan las calles porque han sido descuidados por el gobierno, y a quienes no les alcanza el sueldo porque para todos se han encarecido los precios de los artículos de primera necesidad, sin tomar en cuenta que ahora la electricidad cuesta tres veces el valor anterior, si contamos lo que se llevan con las multas de Corpoelec.

Pero resulta que todo el mundo está enterado de la potencia del chorro de dólares que diariamente entran a las arcas del erario nacional, porque el petróleo está por encima de los cien bolívares el barril. Nunca antes de esta era revolucionaria había entrado tanto dinero y en forma tan sostenida.

Pero a las universidades se les niegan recursos que no solamente alcanzan para los justos incrementos a los militares sino que sobra todavía bastante como para “ayudar” a los amigos nicaragüenses necesitados de efectivo en estos momentos de urgencias electorales.

Finalizábamos nuestro comentario de la semana pasada con una referencia al maltrato del sector universitario, preguntándonos si es que hubiera razones para suponer predisposición del gobierno en un proyecto de destrucción de las instituciones.

Anualmente las universidades estiman sus necesidades y elaboran un proyecto de presupuesto que envían a la instancia superior correspondiente. Tradicionalmente el monto asignado por los organismos del gobierno es menor del requerido, y a medida que avanza el año las universidades comienzan a pelear por los famosos créditos adicionales. Por si acaso, debemos reconocer que así ha sido toda la vida; pero lo que ha ocurrido con el gobierno revolucionario desborda los límites del pasado. Debe ser que así es en períodos de revolución. Y cada año es peor.

Este año el MPPEU invirtió el procedimiento: primero, asignó un monto arbitrario y luego exigió a la universidad su aprobación “a juro” en un lapso perentorio, algo así como setenta y dos horas.

En dicho monto no están consideradas partidas de crecimiento natural de la nómina, es decir no sólo no había recursos para pagar los ascensos a los que el personal docente está obligado por ley, así como las nivelaciones y las reclasificaciones sino que tampoco se pueden sustituir los cargos vacantes por jubilaciones o fallecimientos. Cero dinero para atender el crecimiento en esta etapa socialista. Por supuesto, ni una locha para personal administrativo o para mantenimiento de la planta física. Pero lo que les secó el cerebro a los técnicos del ministerio de educación universitaria es que ni siquiera se cuidaron de prever recursos para cancelar el incremento de sueldo recién ordenado por el señor comandante presidente.

¿Qué pasará el año entrante? Bueno, la verdad es que posiblemente no pasará nada porque habrá lluvia de créditos adicionales por el año electoral.

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