Rafael Palacios
El Nacional, 04/05/11
En este dime y direte del Gobierno y la oposición frente a un asunto que nos toca la carne y los huesos como es la ciencia, lo que abunda en el conjunto de argumentaciones es la simpleza en tratar este tema, en un país que cuenta con capacidades científicas y tecnológicas envidiables, que debieran ser verdaderamente aprovechadas, y poder con ellas atacar los problemas vinculados con la pobreza y la exclusión social, aquí y más allá de nuestras fronteras.
El Gobierno repite hasta la saciedad la necesidad de tener en las manos un instrumento legal como la Locti que rompa con la posibilidad de seguir dándole espacios a la burguesía económica para continuar sosteniendo sus nichos de poder en el manejo de los recursos que se desprenden por esta vía, y de esa forma evitar su intervención directa en los asuntos de la ciencia y la tecnología.
Cosa buena: se buscan generar mecanismos de control para la inversión en esta materia en cuanto al sector privado, y es que, ciertamente, algunas empresas han burlado la orientación expuesta en la ley originalmente aprobada sobre la inversión en esta materia. Cosa mala: no existe una institucionalidad verdaderamente organizada, programada y operativa para garantizar el impacto social de la inversión en ciencia y tecnología, con base en proyectos de investigación y de desarrollo tecnológico y con la participación de las capacidades instaladas en el sector industrial nacional.
También el Gobierno con base en el discurso de "inclusión en la ciencia" ha tomado espacio para defender la reforma parcial de la Locti. Cosa buena: se reconoce la existencia de los actores y buena parte de sus papeles en la actividad de generación y desarrollo del conocimiento. Por cierto, se suprime en esta reforma, casi en su totalidad, la existencia de estos mismos actores dentro de lo que se llama el Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación, que es un instrumento de política pública imprescindible también en los gobiernos socialistas y de izquierda. Cosa mala: se mezcla la "leche con la magnesia"; los factores, medios y actores incluidos sus roles que intervienen en la producción de conocimiento están históricamente y científicamente identificados. Como consecuencia de ello, la Locti originalmente aprobada ya incluía a todos los actores que debían actuar e interactuar en esta actividad. Por parte de la oposición, esta reforma de la ley no es más que una acción de retaliación política del Gobierno, esta vez contra los empresarios e incluso contra los investigadores venezolanos, por allí los llaman "batas blancas". La poca argumentación por parte del Gobierno para informar y diluir en la percepción pública la intención de generar y desarrollar políticas públicas en ciencia con base en la reforma, no termina por expandir el beneficio de la duda de que: "La reforma de la Locti es la expresión de las contradicciones del Gobierno en materia de ciencia y tecnología y manifiesta la existencia de arbitrariedades y desconocimiento de unos y otros que están en el Gobierno y que circundan la Autoridad Nacional en Ciencia y Tecnología". Si esta es la percepción pública, ¡sí que son malas noticias! Sigue habiendo una deuda de nuestro Gobierno en cuanto a generar políticas y obtener resultados que garanticen el incremento de nuestras capacidades científicas y tecnológicas. La existencia de instrumentos legales es la base para crear y sostener la institucionalidad y la visión estratégica de la ciencia; de su utilidad en el contexto geoestratégico nacional e internacional; y del desarrollo de una línea de acción política. Lo malo: ¿cuánto tiempo más habrá que esperar? Lo muy malo: ¿dónde están los interlocutores? En el debate de la ley de educación universitaria tendrán que percatarse de que la Locti existe y está "vivita y coleando", no vaya a ser que nos sorprenda hablar de cosas relacionadas con la investigación (generación y desarrollo del conocimiento) que en este momento ya no podemos cambiar.
El Gobierno repite hasta la saciedad la necesidad de tener en las manos un instrumento legal como la Locti que rompa con la posibilidad de seguir dándole espacios a la burguesía económica para continuar sosteniendo sus nichos de poder en el manejo de los recursos que se desprenden por esta vía, y de esa forma evitar su intervención directa en los asuntos de la ciencia y la tecnología.
Cosa buena: se buscan generar mecanismos de control para la inversión en esta materia en cuanto al sector privado, y es que, ciertamente, algunas empresas han burlado la orientación expuesta en la ley originalmente aprobada sobre la inversión en esta materia. Cosa mala: no existe una institucionalidad verdaderamente organizada, programada y operativa para garantizar el impacto social de la inversión en ciencia y tecnología, con base en proyectos de investigación y de desarrollo tecnológico y con la participación de las capacidades instaladas en el sector industrial nacional.
También el Gobierno con base en el discurso de "inclusión en la ciencia" ha tomado espacio para defender la reforma parcial de la Locti. Cosa buena: se reconoce la existencia de los actores y buena parte de sus papeles en la actividad de generación y desarrollo del conocimiento. Por cierto, se suprime en esta reforma, casi en su totalidad, la existencia de estos mismos actores dentro de lo que se llama el Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación, que es un instrumento de política pública imprescindible también en los gobiernos socialistas y de izquierda. Cosa mala: se mezcla la "leche con la magnesia"; los factores, medios y actores incluidos sus roles que intervienen en la producción de conocimiento están históricamente y científicamente identificados. Como consecuencia de ello, la Locti originalmente aprobada ya incluía a todos los actores que debían actuar e interactuar en esta actividad. Por parte de la oposición, esta reforma de la ley no es más que una acción de retaliación política del Gobierno, esta vez contra los empresarios e incluso contra los investigadores venezolanos, por allí los llaman "batas blancas". La poca argumentación por parte del Gobierno para informar y diluir en la percepción pública la intención de generar y desarrollar políticas públicas en ciencia con base en la reforma, no termina por expandir el beneficio de la duda de que: "La reforma de la Locti es la expresión de las contradicciones del Gobierno en materia de ciencia y tecnología y manifiesta la existencia de arbitrariedades y desconocimiento de unos y otros que están en el Gobierno y que circundan la Autoridad Nacional en Ciencia y Tecnología". Si esta es la percepción pública, ¡sí que son malas noticias! Sigue habiendo una deuda de nuestro Gobierno en cuanto a generar políticas y obtener resultados que garanticen el incremento de nuestras capacidades científicas y tecnológicas. La existencia de instrumentos legales es la base para crear y sostener la institucionalidad y la visión estratégica de la ciencia; de su utilidad en el contexto geoestratégico nacional e internacional; y del desarrollo de una línea de acción política. Lo malo: ¿cuánto tiempo más habrá que esperar? Lo muy malo: ¿dónde están los interlocutores? En el debate de la ley de educación universitaria tendrán que percatarse de que la Locti existe y está "vivita y coleando", no vaya a ser que nos sorprenda hablar de cosas relacionadas con la investigación (generación y desarrollo del conocimiento) que en este momento ya no podemos cambiar.
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