Humberto Ruiz
Hay un teórico del currículum en la educación superior, de cuyo nombre no puedo acordarme –como parafraseando al Quijote-, quien ha expresado radicalmente la dificultad de cambiar el currículum. El personaje ha dicho que es más fácil mudar a los muertos de un cementerio, con su participación, que producir cambios en el currículum universitario. Quizás sea una exageración, pero algo de cierto hay.
En esto de los cambios del currículum hay mucho de donde cortar. Pero, circunscribiéndonos al nivel más elemental del mismo, aquel que se traduce en el programa de la asignatura y de la práctica del docente en el aula, hay cambios y pueden ser muy importantes, sin que prácticamente la administración universitaria los detecte, los evalúe y en caso positivo los estimule. Pero, quienes sí se percatan de ellos son los alumnos y también los empleadores, cuando los estudiantes salen al mercado laboral. Los alumnos saben cuándo un profesor conoce lo que enseña y si lo hace bien, de la misma forma, en qué medida está actualizado.
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