Antonio José Monagas
El Universal, 30/03/11
Los gremios universitarios lucen como organizaciones de envejecida funcionalidad. Sus estructuras se ciñen a criterios poco ajustados a las exigencias que imponen las nuevas realidades. Ante esta situación, su visión del mundo resulta obtusa conformándose actuar con carácter asistencial hacia el agremiado, apartándose así de razones apegadas a lo institucional. Pese a que algunas realidades se han visto asfixiadas por las crisis de los sistemas políticos, lo que ha provocado escisiones al interior de los gremios reportándose un grave sectarismo.
No obstante, se resisten a los cambios al momento de ajustar sus estructuras y procesos. Por tanto, se resquebrajan sus formas de adelantar propuestas y compromisos, lo que deviene en acciones de precaria efectividad y poca eficiencia. Por esta razón, lejos de actuar con procedimientos convergentes de cara a los problemas, el trabajo gremial se torna discrepante pues las relaciones a lo interno son bastante conflictivas. Situaciones de esta naturaleza, obligan a apartarse de primigenios propósitos, lo cual hace que sucumban intenciones ofertadas como pautas de desarrollo gremial.
No obstante, se resisten a los cambios al momento de ajustar sus estructuras y procesos. Por tanto, se resquebrajan sus formas de adelantar propuestas y compromisos, lo que deviene en acciones de precaria efectividad y poca eficiencia. Por esta razón, lejos de actuar con procedimientos convergentes de cara a los problemas, el trabajo gremial se torna discrepante pues las relaciones a lo interno son bastante conflictivas. Situaciones de esta naturaleza, obligan a apartarse de primigenios propósitos, lo cual hace que sucumban intenciones ofertadas como pautas de desarrollo gremial.
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