Francisco Rivero
Tal Cual, 05/04/11
El fin específico de la universidad no es capacitar, es educar. La capacitación no educa, instruye, enseña a operar, se ordena a la acción, al cómo hacer, es decir, a los resultados y la efectividad, y por lo tanto, a las técnicas y procedimientos que los alcanzan y aseguran. La educación, en vez, se ordena a la razón, al porqué, a los principios, a las causas, a lo que explica, norma, ordena, determina y define a los seres, las acciones y las cosas. Educar, en otros términos, es formar a la mente, y en y a través de la mente, a la sensibilidad ética y espiritual que gobierna la vida y quehacer de la persona en cuanto agente libre o sujeto moral.
Dicho de otro modo, la educación, al ordenarse a la verdad hace posible la justicia, define al deber y sustancia a la libertad. La capacitación, en cambio, se ordena al poder, esto es, al dominio y control metódico de un aspecto u otro de la realidad.
Dicho de otro modo, la educación, al ordenarse a la verdad hace posible la justicia, define al deber y sustancia a la libertad. La capacitación, en cambio, se ordena al poder, esto es, al dominio y control metódico de un aspecto u otro de la realidad.
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