Elías Pino
El Universal, 17/04/11
Una disposición del TSJ sobre elecciones en la UDO, inicia un camino cuya meta será la desaparición de las universidades. La lucha del Gobierno contra la autonomía de las altas casas de estudio, que en el fondo no busca sino la liquidación del pensamiento solvente debido a las fuerzas que genera para enfrentar los intereses de una "revolución" incapaz de ofrecer ideas dignas de atención, llega a su extremo más alarmante gracias a la aludida decisión de los magistrados en materia electoral. Cuando vio que no las tenía todas consigo el presidente Chávez vetó la reforma de la Ley de Universidades, que había causado la mayoritaria repulsión de la comunidad formada por profesores y estudiantes, pero persiste en su plan de intervención y dominación de los claustros. El designio encuentra ahora el apoyo de los magistrados, gracias a quienes se cumplirá una de las imposiciones de la reforma de tal ley después de que el primer mandatario sorprendiera a la ciudadanía con una supuesta fórmula de análisis y espera. La fórmula no era sino una engañifa, si consideramos la medida debido a la cual se deben disponer ahora las elecciones en la UDO y después en el resto de las universidades.
Las universidades deben elegir a sus autoridades "con base en la democracia participativa y protagónica y de mandato revocable, para el ejercicio pleno y en igualdad de condiciones de los derechos políticos de los y las integrantes de la comunidad universitaria", declara el TSJ. Partiendo de la declaración legítima el voto de "profesores y profesoras, estudiantes, personal administrativo, personal obrero y los egresados y las egresadas de acuerdo al Reglamento". Y ordena, por último: "Se elegirá un Consejo Contralor conformado por los y las integrantes de la comunidad universitaria". El TSJ acude a un principio que parece sacrosanto y frente al cual supone la imposibilidad de ofrecer elementos contrarios sin correr el riesgo del descrédito, pero apenas echa mano de una herramienta demagógica ante la que se debe reaccionar sin miedo. La "democracia participativa y protagónica" que fundamenta la disposición no es aplicable en todas las instancias ni en todas las parcelas en las cuales se distribuye la vida pública, como plantea el TSJ en sentido genérico, ni es deseable que se aplique para el adecuado funcionamiento de todas en general. Al contrario, una aplicación así de panorámica puede desembocar en innumerables aberraciones y calamidades. En el área de las instituciones médicas, por ejemplo, cuyo manejo según el credo de la "democracia participativa y protagónica" abarrotaría la morgue de cadáveres. En el área de las instituciones religiosas, por ejemplo, que trastornaría el entendimiento de los libros sagrados y el papel de los oficiantes y de los creyentes en determinada fe. En el área de las instituciones castrenses, por ejemplo, debido a que produciría un bochinche de charreteras y un bochorno disciplinario que pudiera convertir a los cuarteles en botiquines.
Las universidades deben elegir a sus autoridades "con base en la democracia participativa y protagónica y de mandato revocable, para el ejercicio pleno y en igualdad de condiciones de los derechos políticos de los y las integrantes de la comunidad universitaria", declara el TSJ. Partiendo de la declaración legítima el voto de "profesores y profesoras, estudiantes, personal administrativo, personal obrero y los egresados y las egresadas de acuerdo al Reglamento". Y ordena, por último: "Se elegirá un Consejo Contralor conformado por los y las integrantes de la comunidad universitaria". El TSJ acude a un principio que parece sacrosanto y frente al cual supone la imposibilidad de ofrecer elementos contrarios sin correr el riesgo del descrédito, pero apenas echa mano de una herramienta demagógica ante la que se debe reaccionar sin miedo. La "democracia participativa y protagónica" que fundamenta la disposición no es aplicable en todas las instancias ni en todas las parcelas en las cuales se distribuye la vida pública, como plantea el TSJ en sentido genérico, ni es deseable que se aplique para el adecuado funcionamiento de todas en general. Al contrario, una aplicación así de panorámica puede desembocar en innumerables aberraciones y calamidades. En el área de las instituciones médicas, por ejemplo, cuyo manejo según el credo de la "democracia participativa y protagónica" abarrotaría la morgue de cadáveres. En el área de las instituciones religiosas, por ejemplo, que trastornaría el entendimiento de los libros sagrados y el papel de los oficiantes y de los creyentes en determinada fe. En el área de las instituciones castrenses, por ejemplo, debido a que produciría un bochinche de charreteras y un bochorno disciplinario que pudiera convertir a los cuarteles en botiquines.
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