Jaime Rivière
EL PAÍS, 07/04/11
Es indiscutible que el sistema educativo español no está orientado específicamente a reforzar lo que se llama "excelencia", si por ello se entiende la capacidad para acompañar a los mejores estudiantes a aprovechar al máximo sus capacidades. Esta función se debería cumplir mejor. En condiciones normales, la atención a los alumnos que destacan debería estar contemplada como atención a la diversidad, que tiende a concebirse solo del lado de abajo de la distribución de capacidades o resultados. La intención de construir una vía del sistema en torno a la de excelencia tiene aspectos atractivos y siniestros. Son atractivos los relacionados con la idea de extraer de cada alumno lo mejor de sí mismo; y profundamente siniestros los que sugieren la necesidad crear una vía de élite dentro del sistema.
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