lunes, 17 de octubre de 2011

Campus grandes ¿para qué?

J.A.Aunión
El País, 15/10/11

¿Es mejor ser una universidad pequeña, como Stanford, en Estados Unidos, o una inmensa, como la UNAM de México o una entre medias como la Universidad de Barcelona? ¿Es mejor que un país tenga muchas o pocas universidades? ¿Deben unirse o especializarse para ser mejores? La globalización trajo consigo una enorme competencia entre los campus de todo el mundo, y ello propició a su vez la llegada de los famosos ranking. Y todo ello, un enconado debate en los países del Viejo Continente sobre si sus universidades se habían quedado viejas, fuera de juego, pues no tenían representación en los puestos de cabeza de esas clasificaciones. Se está replanteando la misión de la universidad, su relación con las empresas y su entorno, su financiación, su modo de gobernarse...

Y en ese contexto, las fusiones de universidades han sido una opción que han llevado a cabo muchos países europeos para aprovechar mejor unos recursos -quizá excesivamente atomizados y con dificultades para relacionarse entre ellos- y sumar. Ese debate de las integraciones lleva muchos años latente en España, donde durante muchos años se crearon universidades públicas, más por razones políticas que por necesidades educativas, hasta llegar al mapa actual: 50 universidades públicas, 47 de ellas presenciales (con 154 campus) a las que se le suman otras 28 universidades privadas con 69 sedes. Muchos especialistas y responsables universitarios rechazan que haya muchas universidades, pero a la vez admiten que son demasiado iguales.

"Todo el mundo preconiza la necesidad de reestructurar el sistema universitario español, como ocurre con el sistema financiero. Algunas universidades viven una auténtica agonía por exceso de costes (personal, gastos corrientes) y falta de ingresos (matrículas a precios modestos y usuarios en disminución) [...] Dar un paso más sobre las colaboraciones ya existentes y diseñar el camino para una vinculación posterior de mayor alcance que conduzca a una auténtica integración. No creo que eso sea malo y, por lo tanto, no debería asustar a nadie", escribía hace algo más de un año el exrector de la Universidad Complutense Rafael Puyol, hoy uno de los responsables del Instituto de Empresa.

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