Gioconda San Blas
Tal Cual, 20/10/11
"No existe la ciencia aplicada, sólo las aplicaciones de la ciencia". Con este aparente juego de palabras, establecía Louis Pasteur que la ciencia es única y que no hay aplicación posible sin una investigación científica de calidad que la respalde. Verdad que se comprueba una y otra vez al llegar octubre con su racimo anual de Premios Nobel en Medicina o Fisiología, Física y Química, a los cuales se suman los de Economía, Literatura y Paz.
El primero de ellos recayó este año en Ralph Steinman, Bruce Beutler y Jules Hoffmann por sus trabajos sobre los principios de activación del sistema inmune, que nos defiende de microorganismos. Mientras Steinman (fallecido tres días antes de anunciarse el galardón) descubrió las células dendríticas y su capacidad de activar la inmunidad adaptativa, Beutler y Hoffmann descubrieron proteínas activadoras de la inmunidad innata. Esos estudios abrieron la ruta para el desarrollo de vacunas, estímulo del sistema inmune contra tumores y tratamiento de enfermedades inflamatorias. El premio en Física nos sugiere que el destino final del inmenso Universo será frío y solitario. Estudiando supernovas, explosiones estelares vistosas, SaulPerlmutter, Brian Schmidt y Adam Reiss descubrieron que el Universo se expande a velocidad creciente bajo el efecto de una energía oscura. ¿Surgirán aplicaciones de aquí? No lo sabemos, pero recordemos que hace un siglo Einstein formuló las teorías de la relatividad, que ampliaron nuestra comprensión de la materia y el Universo, como también lo hacen los galardonados de 2011 al plantear una revisión de la evolución cósmica. Los hermosos mosaicos árabes de la Alambra de Granada reproducen a nivel arquitectónico los patrones regulares irrepetibles de los cuasicristales descubiertos por Dan Shechtman, que le valieron el premio Nobel de Química. No sólo este descubrimiento alteró la forma como los químicos conciben la materia sólida sino que al ser materiales con propiedades físicas únicas, tendrán aplicaciones industriales que van desde el cubrimiento de turbinas hasta utensilios de cocina de alta calidad. Estos galardones premian la ciencia rigurosa, que avanza en provecho de todos. Para financiarlos, sus instituciones no preguntaron si los proyectos eran pertinentes o se ajustaban a un plan nacional dictado por burócratas ideologizados. Sólo evaluaron la calidad de las propuestas y la solidez científica de los postulantes.
Ajenas a improvisaciones de pretendidos cultores, la ciencia y sus aplicaciones sólo prosperan en ambientes de libertad para explorar nuevos horizontes, sin arneses ideológicos que frenen la creatividad. Pero no desesperemos, "...mañana/ habrá un sol radiante / en el bosque gris y marchito / donde ahora trabajamos y vivimos" (Tomas Tranströmer, Premio Nobel de Literatura 2011).
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