Héctor Masoero
La Nación, 30/09/11
Recientemente se llevó a cabo en Brasilia el Congreso Internacional Educación: Una Agenda Urgente, organizado por el Movimiento Todos Pela Educação, cuya apertura estuvo a cargo de Fernando Haddad, ministro de Educación de Brasil, y de la que participaron representantes de la sociedad civil de 13 países de la región. Este auspicioso espacio pone en evidencia que América latina está tomando conciencia de la importancia de la educación como único camino hacia el desarrollo y la equidad, en el marco de una sociedad sustentable conformada por ciudadanos verdaderamente emancipados y con la posibilidad de construir su propio destino.
América latina está advirtiendo la dura realidad: nuestros sistemas educativos no están avanzando al mismo ritmo que el de los países emergentes con mejores perspectivas de futuro. Por eso mismo, la educación debe ser concebida como una agenda urgente, que requiere medidas consensuadas y de implementación inmediata, cuyos frutos se verán en muchos casos en el mediano y largo plazo.
En Brasil se ha comprendido que la educación es demasiado importante para dejar los desafíos que tenemos por delante sólo en manos de los gobiernos. Es imprescindible que la sociedad civil se involucre de lleno en la transformación de la educación en nuestros países.
El acceso a una educación de calidad es un derecho que debe ser garantizado a todos los ciudadanos, especialmente a los que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Para lograr que este derecho pueda ser ejercido, no basta con el compromiso del Poder Ejecutivo y los ministerios de educación, sino que es imprescindible que se comprometan los tres poderes del Estado y, fundamentalmente, la sociedad civil.
Desde hace algunos años, en la Argentina se ha generado un movimiento importante en la sociedad civil por la educación con distintas manifestaciones concretas. Se trata de una importante cantidad de iniciativas de campo con encomiables y valiosos resultados. Sin embargo, los impactos obtenidos han sido hasta el momento más bien de carácter puntual que de orden sistémico (en contraste con la realidad brasileña).
América latina está advirtiendo la dura realidad: nuestros sistemas educativos no están avanzando al mismo ritmo que el de los países emergentes con mejores perspectivas de futuro. Por eso mismo, la educación debe ser concebida como una agenda urgente, que requiere medidas consensuadas y de implementación inmediata, cuyos frutos se verán en muchos casos en el mediano y largo plazo.
En Brasil se ha comprendido que la educación es demasiado importante para dejar los desafíos que tenemos por delante sólo en manos de los gobiernos. Es imprescindible que la sociedad civil se involucre de lleno en la transformación de la educación en nuestros países.
El acceso a una educación de calidad es un derecho que debe ser garantizado a todos los ciudadanos, especialmente a los que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Para lograr que este derecho pueda ser ejercido, no basta con el compromiso del Poder Ejecutivo y los ministerios de educación, sino que es imprescindible que se comprometan los tres poderes del Estado y, fundamentalmente, la sociedad civil.
Desde hace algunos años, en la Argentina se ha generado un movimiento importante en la sociedad civil por la educación con distintas manifestaciones concretas. Se trata de una importante cantidad de iniciativas de campo con encomiables y valiosos resultados. Sin embargo, los impactos obtenidos han sido hasta el momento más bien de carácter puntual que de orden sistémico (en contraste con la realidad brasileña).
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