Esteban Krotz
LAISUM, México, 02/10/11
Un auténtico Triángulo de las Bermudas amenaza la existencia de la antropología mexicana (y, al parecer, también de aquellas disciplinas sociales y humanas tradicionalmente más orientadas por metodologías cualitativas que por cuantitativas así como de aquellas tanto o más interesadas en aportar conocimiento necesario para la solución de los principales problemas del país y del continente como en participar en el debate científico-social mundial).
Desde hace algún tiempo los elementos que forman los tres lados de dicho Triángulo antropologifágico han estado produciendo una paulatina y silenciosa, pero sumamente efectiva metamorfosis de esta ciencia social.1
Primer lado: la burocracia digitalizada
El primer lado del Triángulo devorador de la antropología es la burocracia. Siempre ha habido quejas de los científicos con respecto a sus delirios reguladores y homogeneizadores y a su resistencia en cuanto a consideraciones académicas. Recientemente, esta burocracia ha encontrado en la tecnología digital la posibilidad de potenciar enormemente su capacidad destructora. A primera vista, la información que exigen los aparatos llamados "administrativos" a los antropólogos sobre lo que hicieron, están haciendo y piensan hacer, es la de siempre, solamente que ahora es requerida en formatos digitales, en línea y con ritmos más apresurados y cada vez menos flexibles. Pero una mirada más detenida descubre pronto que a través de las nuevas formas de exigir planes, justificaciones, reportes y proyecciones a futuro, el sistema administrativo impone una determinada manera sustantiva de hacer antropología – y ésta es la hipótesis fundamental que vale para los tres lados y para el Triángulo como tal. A través del aparentemente neutro mecanismo de recopilar datos sobre las actividades académicas se expande un modo único de llevar al cabo la investigación científica y de enseñar la disciplina académica, un modo único de idear y confeccionar publicaciones científicas, un modo único de concebir, conducir y evaluar cursos de grado y de posgrado, un modo único de desarrollar tutorías y prácticas de campo, un modo único de estructurar tesis y eventos académicos.
Desde hace algún tiempo los elementos que forman los tres lados de dicho Triángulo antropologifágico han estado produciendo una paulatina y silenciosa, pero sumamente efectiva metamorfosis de esta ciencia social.1
Primer lado: la burocracia digitalizada
El primer lado del Triángulo devorador de la antropología es la burocracia. Siempre ha habido quejas de los científicos con respecto a sus delirios reguladores y homogeneizadores y a su resistencia en cuanto a consideraciones académicas. Recientemente, esta burocracia ha encontrado en la tecnología digital la posibilidad de potenciar enormemente su capacidad destructora. A primera vista, la información que exigen los aparatos llamados "administrativos" a los antropólogos sobre lo que hicieron, están haciendo y piensan hacer, es la de siempre, solamente que ahora es requerida en formatos digitales, en línea y con ritmos más apresurados y cada vez menos flexibles. Pero una mirada más detenida descubre pronto que a través de las nuevas formas de exigir planes, justificaciones, reportes y proyecciones a futuro, el sistema administrativo impone una determinada manera sustantiva de hacer antropología – y ésta es la hipótesis fundamental que vale para los tres lados y para el Triángulo como tal. A través del aparentemente neutro mecanismo de recopilar datos sobre las actividades académicas se expande un modo único de llevar al cabo la investigación científica y de enseñar la disciplina académica, un modo único de idear y confeccionar publicaciones científicas, un modo único de concebir, conducir y evaluar cursos de grado y de posgrado, un modo único de desarrollar tutorías y prácticas de campo, un modo único de estructurar tesis y eventos académicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario