miércoles, 26 de octubre de 2011

La universidad Republicana

Miguel Ángel LaTouche
Tal Cual, 26/10/11
 
En alguno de sus escritos Popper señala que la labor de las bibliotecas como recolectoras y protectoras del conocimiento humano ha sido esencial para la evolución de nuestras formas modernas de organización colectiva. Si se produjese un Holocausto Nuclear ­refiere Popper­ en el cual pequeños grupos humanos lograran sobrevivir y, al mismo tiempo, algunas bibliotecas se salvaran de la destrucción, los sobrevivientes tendrían la posibilidad de utilizar el conocimiento albergado en los libros y desde allí reiniciar la aventura de establecer un mecanismo civilizado para la convivencia humana. En el caso de que las bibliotecas fuesen destruidas la civilización tendría que empezar desde cero. En la salvaguarda de los textos antiguos se establece la simiente que permitió el Renacimiento, y el inicio de la universidad moderna.

Desde el punto de vista estatutario nuestra universidad tiene un carácter Republicano.

De sus orígenes medievales hemos heredado la estructura del Claustro universitario y una ordenación jerárquica que se define a partir de los sistemas de ascenso dentro del escalafón universitario. Pero de igual manera, hemos heredado un imaginario que nos ha llevado a mirarnos hacia dentro y a mantenernos distantes del mundo que nos circunda. Ciertamente, la universidad tiene la responsabilidad de resguardar el conocimiento, pero también tiene la responsabilidad de producirlo y de reproducirlo en términos de que pueda ser trasmitirlo a los estudiantes. Ese conocimiento tiene que ser relevante para el desarrollo del país, para ello debe estar actualizado, debe incorporar categorías teórico- conceptuales consistentes y tener un alto grado de pertinencia, pero adicionalmente debe proporcionarle al egresado un conjunto de herramientas que le permita insertarse de manera exitosa y competitiva en el ámbito laboral y contribuir con el mantenimiento del espacio público dentro del cual se produce nuestra convivencia como colectivo.

Ya lo decía Ortega y Gasset, la Universidad no tiene la responsabilidad de producir eruditos y/o genios, esa es una actividad individual que asumirán quienes decidan adelantar sus vidas a lo largo de lo que Weber ha llamado `la ruta de los sabios’. La Universidad, sin embargo, tiene la responsabilidad de contribuir a que sus egresados adquieran una serie de condiciones que les permitan que sus vidas sean vidas relevantes en el sentido de lo que implica, como diría Sen, vivir una vida que valga la pena vivir.

La misión de la Universidad no se circunscribe a la formación profesional que adquieren sus estudiantes, por el contrario esa función esencial debe estar complementada por las actividades de investigación y de extensión universitaria. El trabajo de la Universidad debe `jugarse’ en dos niveles: hacia adentro en lo que respecta con la consolidación de su estructura funcional y hacia afuera en lo que tiene que ver con su propio posicionamiento de cara al país. En cuanto al primer aspecto es necesario fortalecer y mejorar el funcionamiento docente, a través de la actualización permanente, del incremento de los sueldos, del establecimiento de estímulos y reivindicaciones laborales. Pero también mediante la reposición de cargos, la apertura de concursos de oposición, el redimensionamiento de las Cátedras y los Departamentos.

Hacia afuera es necesario hacer más permeables los muros que de manera simbólica separan a la Universidad del país, esto a los fines de que la institución pueda impactar de manera más directa sobre el proceso de desarrollo del mismo.

La Universidad necesita desbordarse sobre el país, impregnarlo con su ejemplo, con su capacidad de construir desde la reflexión profunda y desde la tolerancia. La universidad es por definición un ámbito para la discusión desde el respeto, un sitio en el cual cabemos todos con las diferencias que pudieran existir, un lugar donde el diálogo debe tener un carácter permanente.

Para ello, creo, es necesario establecer un mayor número de redes e interconexiones en las cuales insertarnos. La contribución sustantiva de la Universidad de nuestro tiempo tiene que ver con su propia constitución en un ámbito para la construcción de lo público, para la confluencia desde la diferencia, para la agregación cooperativa. Al igual que las bibliotecas medievales la Universidad tiene la misión de salvaguardar el conocimiento, de protegerlo, de producirlo y trasmitirlo; al mismo tiempo que se constituye en un ámbito para la construcción del espacio público y para la protección de los valores que guían nuestra convivencia colectiva.

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