miércoles, 5 de octubre de 2011

"Por mis competencias hablará el mercado". Universitas calamitas...

Eduardo Ibarra Colado
LAISUM, México, 26/09/11

En la primera parte de esta entrega (Parte I) establecí algunos de los rasgos más significativos del contexto que ha dado lugar a la “Universitas calamitas”, esa institución que, incubada por las reformas universitarias de mentalidad neoliberal, actúa contra sí misma provocando su empobrecimiento y autodestrucción. Ahora quisiera comentar algunas de las paradojas y consecuencias de este proceso, con la intención de animar la reflexión y el debate sobre lo que sucede en los espacios universitarios que compartimos y que estamos llamados a defender. Comencemos por las paradojas. 


Los procesos de reforma universitaria en curso, desde Bolonia y Tuning hasta las políticas que han implicado recortes presupuestales e incremento de cuotas, y las que intentan profundizar la privatización de la educación y el conocimiento, hacen todo lo contrario de lo que afirman. Se señala con insistencia que estas iniciativas permitirán transformar a la universidad para que esté en capacidad de afrontar los retos de la “sociedad del conocimiento”, haciendo de ella una institución activa, flexible, adaptable, innovadora y sustentable. Con ello se modifica su razón de ser, pues en adelante la nueva universidad deberá centrarse, ya no en el cultivo del conocimiento como aspiración suprema en la formación del ser humano, sino en la atención de las demandas que le planteen empresas, organismos y diversos sectores de la sociedad que requieran de sus “servicios”. Esta nueva universidad es concebida como una organización post-burocrática que sustentará su éxito en la creatividad y la innovación, y en el trabajo en equipo que produce sinergia. 

Este planteamiento encierra una gran paradoja, pues invoca lo nuevo para implantar lo viejo. Si logramos desprendernos de los juegos retóricos que acompañan y legitiman los procesos de reforma en curso y ponemos más atención a lo que sucede realmente, nos percataremos de inmediato que las cosas son muy distintas: las reformas son la nítida negación de lo que tanto se exalta y afirma en documentos y discursos que anuncian el nacimiento de la “nueva universidad del siglo XXI”, esa que se proyecta como emprendedora, creativa, fluida y de “clase mundial”. 

Es necesario enfatizar que las reformas desde las que se impulsa esta ficción, remiten a uno de los principios básicos de la burocracia. Me refiero a la estandarización, que funcionó como sustento y base de la industrialización de los Estados Unidos desde finales del siglo XIX, esa que se perfeccionó gracias al estudio de tiempos y movimientos de Frederick W. Taylor y los esposos Frank y Lillian Gilbreth y a la introducción de la línea de montaje que permitió a Henry Ford fabricar poco más de 15 millones de automóviles Modelo T.

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