Jaime Requena
Tal Cual, 03/10/11
Que recuerde, la última vez que nuestro Ministerio de Ciencia otorgó algún financiamiento a propuestas de investigación, fue por allá in illo tempore cuando se lanzó la Misión Ciencia. Tres hechos quedaron claros de esa iniciativa: el primero, que no era para estimular la investigación sino para ideologizar a los investigadores. El segundo, que las ciencias sociales no eran del interés gubernamental y, tercero, que se trataba de una oferta engañosa: jamás se pretendió honrar los compromisos ofertados (y adquiridos).
Desde ese entonces hace ya unos cuantos años y casi un periodo presidencial los investigadores, tecnólogos e innovadores venezolanos no han tenido una fuente confiable, periódica y adecuada de financiamiento de sus iniciativas. Los únicos recursos que han tenido son las migajas que quedan después de pagar salarios y servicios de los centros o institutos de investigación oficiales, o los poquísimos cobres que han podido asignar los Consejos de Desarrollo Científico y Humanístico de la Universidades Nacionales. Si bien ese oscuro panorama oficial se vio contrarrestado, en una pequeña escala, con la operación de LOCTI entre los años 2007 al 2010, cuando las mejores universidades pudieron recibir ayuda de la empresa privada con la asignación de algunos fondos a sus labores de investigación y desarrollo, el cambio de esa Ley, a finales del año pasado, cerró esa fuente de financiamiento.
A principio de este año, el Gobierno abrió unos programas extraordinarios y ordinarios para el financiamiento de la actividad científica y de innovación dentro del marco de su esquema de Estimulo a la Investigación o PEI. A la fecha, entrando ya en el tercer trimestre del año, la comunidad no sabe cuáles iniciativas de las propuestas por sus investigadores van a recibir financiamiento oficial.
Para todos los efectos prácticos, otro año se fue por el inodoro. Dada la paquidérmica naturaleza de la burocracia de la torre de la Esquina de El Chorro, de aquí a fin de año, no es mucho lo que se pueda avanzar.
MÁS DE LO MISMO Días atrás hubo una reunión de alto nivel en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas.
El objeto, ofertar a sus mejores talentos financiamiento instantáneo para investigaciones sobre el cáncer. A parte de las connotaciones particulares y temporales que tiene el tema, preocupa que lo coyuntural imponga la agenda de trabajo en ciencia y técnica como lo vivimos en diciembre con asuntos circunstanciales como vivienda, energía o clima.
Y es que aún cuando todos esos temas son asuntos de la mayor relevancia, hay que ser realista y conocer las posibilidades de un quehacer como el de investigar y más en nuestro entorno, cuasi orwelliano. En tres, seis o doce meses, nadie puede encontrar la cura de una enfermedad a la que, casi por un siglo, le han dedicado sus mejores esfuerzos los cerebros más privilegiados de la humanidad.
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