sábado, 28 de julio de 2012

Historia de la autonomía universitaria en Amárica Latina

Renate Marsiske Schulte
Perfiles Educativos, México, 2004

El problema de la autonomía universitaria (Laguardia, 1977; Barquín, 1979; Levy, 1979), que en el fondo es el problema de las relaciones entre una corporación e instancias externas de decisión, es en sí muy complejo y delicado. Es el reclamo de la universidad corporativa de una independencia sustancial, es la condición necesaria para que la institución pueda cumplir con sus tareas. La universidad debe su existencia legal a un acto de una autoridad externa, normalmente el Estado; el instrumento de incorporación describe de manera detallada lo que la universidad puede hacer y lo que no puede hacer con sus propiedades, sus finanzas, en su relación con otras instituciones o con sus miembros.

Desde el punto de vista jurídico, autonomía universitaria significa la posibilidad que tiene una comunidad de darse sus propias normas, dentro de un ámbito limitado por una voluntad superior que para el caso sería la del Estado. Esta capacidad que permite a una comunidad ordenarse a sí misma implica la delegación de una facultad que anteriormente se encontraba centralizada en el Estado (Barquín, ibid., p. 3).

La autonomía universitaria tiene tres aspectos: el de su propio gobierno, el académico y el financiero. El primer punto permite que la universidad legisle sobre sus propios asuntos, se organice como le parezca mejor, elija a sus autoridades y al rector, según los requisitos que ellos mismos señalan. La parte académica de la autonomía universitaria implica que la universidad puede nombrar y remover su personal académico según los procedimientos convenidos, seleccionar a los alumnos según los exámenes que ella misma implanta, elaborar sus planes de estudio, expedir certificados, títulos etc. También garantiza la libertad de cátedra que no se debe confundir con la autonomía misma. El aspecto financiero permite la libre disposición que de su patrimonio tiene la universidad y la elaboración y el control de su propio presupuesto.

De manera formal, una universidad es autónoma en la medida en que es libre de tomar dentro de su propia organización y por medio de sus propios procedimientos las decisiones relacionadas con su legislación y administración. Pero una autonomía efectiva necesita algo más que lo implicado en esta definición formal. Implica también que la organización de la universidad deba ser tal que asegure a sus miembros, sobre todo los miembros del personal académico, una parte reconocida e importante en la toma de decisiones, en especial en lo referente a las políticas académicas. Éste es el fondo de todo el asunto. Es decir, existe una interrelación forzosa entre la ciencia moderna y la democracia, como posibilidad permanente de cambio y ésta a su vez garantizada en las universidades por la autonomía universitaria (Sánchez, 1979, p. 275).

Las universidades existen para servir a la sociedad de la que reciben el apoyo moral y material. Por ello son objeto de observación y crítica públicas y tienen que ser sensibles a la opinión fundamentada y responsable. Pero más allá de esto, la universidad tiene que servir a los intereses a más largo plazo del avance del conocimiento, y por ello tiene la obligación no sólo con su propia sociedad, sino con la comunidad mundial de la ciencia.

La esencia del asunto es que una buena universidad no es simplemente un agregado de agencias funcionales separadas, sino una comunidad en la que sus diferentes elementos se mantienen unidos y son inspirados por un solo fin intelectual, y la interacción es lo más libre posible de todas sus personalidades y disciplinas.

El conocimiento histórico debe ser el punto de partida para crear, mediante la reflexión rigurosa, racional, global y crítica, categorías y conceptos descriptivos, interpretativos y/o explicativos del fenómeno universitario latinoamericano y sus autonomías. La idea de la necesidad de dar autonomía a la universidad aparece como constante desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX, se repite en muchos discursos, congresos estudiantiles (Marsiske, 1998, p. 539), se manifiesta en diversos proyectos de ley y es parte de una demanda constante. Esta preocupación por la autonomía universitaria ha sido permanente: 

Rechazan imposición ideológica en programas universitarios

Javier Moreno
El Universal, 28/07/12
La presentación del libro "Reflexiones y Propuestas para la Educación Universitaria", sirvió para que los miembros de las Academia Venezolana, confirmaran que "la arremetida ideológica, la violación a la autonomía, la imposición de mecanismos de elección, y la carencia de profesionalización docente", colocan en terapia intensiva a la Universidad.

Claudio Bifano, presidente de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, enumeró, lo que consideró, "el viacrucis de la Universidad".

En su exposición, Bifano, afirmó que la ideologización desvirtúa el rol del docente.

"Se ha instalado un estado educativo paralelo que arrancó con divisiones territoriales que no benefician a los grandes universidades, y mucho menos a la municipalización educativa, modelo que está lejos de generar soluciones y reporta una elevada deserción".

Otro de los aspectos que destacó Bifano tiene que ver con la presión gubernamental de imponer criterios en igualdad de condiciones al momento de elegir a las autoridades.

"Esa teoría vendida como una medida humanitaria lo que hace es golpear las bases de la autonomía y activa el radicalismo", afirmó.

La falta de presupuesto universitario no quedó por fuera en el análisis del académico.

"Si una institución de educación superior no cuenta con los recursos suficientes para preparar mejor a los profesores y a los cursantes, no se puede hablar de calidad. La oferta de posgrado ha mermado significativamente, los docentes reciben ingresos comparados con los de 1.970, y las labores de investigación prácticamente se cuentan con los dedos. Si una Universidad autónoma recibe menos del 50% de lo que necesita para operar en condiciones regulares, en cual lugar queda la investigación", se preguntó

En la actualidad, en todo el país se ofertan 2.121 programas de posgrado, cifra calificada como "precaria".

"Los números indican que más de 67% de los educadores actualmente imparten clases sin apenas haber concluido un posgrado en un área determinada. Tenemos profesores, no especialistas, y esa condición se está evidenciando en la calidad de la educación, donde la mayoría de las universidades sobreviven, no se expanden en sus áreas vitales", denunció el miembro de la Academia, Claudio Bifano.

"A rescatar el estándar"

La empresa consultora Quacquarelli Symonds publicó el listado de las mejores 250 Universidades Latinoamericanas. La institución mejor ubicada por el país fue la Universidad Central de Venezuela (UCV), en el puesto 33.

La calificación no es para nada alentadora, y prendió las alarmas en los centros de enseñanzas. "¿Cómo puede una institución pública crecer y competir si la mantienen acosada, con salarios devaluados, con violencia verbal y física en los salones, y con un plan masivo de ideología que intenta colarse en los programas de estudios?", aseguró Bifano.

El docente se mostró confiado en que las autoridades realizan un esfuerzo estructural extremo para recuperar el sitial por ahora perdido.


jueves, 26 de julio de 2012

Educación para quién

Luis Ugalde
El Nacional, 26/07/12

Hay muchas familias que buscan buena educación para sus hijos, pero hay poca conciencia del bajo nivel en que estamos. Es alarmante ver en las encuestas de opinión que la educación nacional no es punto de preocupación, pues va bien. Lo mismo pasaba en las décadas anteriores: todo parecía bien, con más muchachos en las escuelas y en las universidades, y de golpe concluimos que la educación en Venezuela era un "fraude".

Hoy la calidad es peor, pero... Este optimismo inconsciente contrasta con lo que vemos al abordar las realidades educativas: los maestros protestan por el pago efectivo del pobre salario, cercano al mínimo; entre los jóvenes ser educador no es una opción preferente, sino marginal y para los que tienen cerradas otras puertas; en los liceos faltan miles de profesores de matemáticas, física, inglés, biología... y se exonera la ignorancia de los alumnos que no vieron la materia por la falta de profesor.

Como quedamos mal en las mediciones mundiales del aprendizaje, dejamos de medirnos. La educación en valores personales, ciudadanos y la capacitación, está por el suelo. En más de la mitad de las escuelas no hay director titular medianamente preparado para dirigir pedagógicamente. Varios millones de niños y jóvenes están fuera de la escuela, aunque la Constitución manda que estén recibiendo educación de calidad hasta el final de la educación media diversificada. En Educación Superior con un cambio de nombre todo se convirtió en "universidad", en las carreras cortas y las largas ­por igual­ han crecido los números con nuevas creaciones muy inferiores en calidad a aquellas (públicas y privadas) que eran buenas anteriormente. El presupuesto real por estudiante es bajo y sigue bajando, los profesores e investigadores ganan menos de la mitad de hace 10 años, que ya era menos que dos décadas antes. Los homólogos universitarios de otros países de nuestro nivel ganan más y también los profesionales equivalentes fuera de la universidad.

Así, cada vez hay menos posibilidades de que la universidad retenga los mejores talentos del país dedicados a la investigación y docencia universitaria. Ni se diga en primaria y diversificada. Los nada educativos debates y actos de violencia por el control político e ideológico de la educación, no hacen sino agravar ese cuadro lamentable.

En contraste, la Constitución afirma que la educación de calidad es un derecho humano y un deber social fundamental (art. 102). Este deber solo aliados solidariamente lo pueden cumplir el Estado, la familia y la sociedad.

Hoy a más de la mitad de los niños y jóvenes de Venezuela se le niega en la práctica este derecho, pues están fuera de la escuela o en una mala escuela.

Siempre habrá 10% o 20% de la sociedad que busca y consigue una buena educación pagando instituciones privadas o fuera del país. ¿Y los demás? La educación es gravemente deficiente en los sectores más pobres con 7 años de escolaridad promedio (frente a los 12 constitucionalmente requeridos), lo cual perpetúa su pobreza y los condiciona para que no puedan llegar a la universidad, y si algunos, excepcionalmente llegan, lo harán en inferioridad de formación y destinados al fracaso.

La "educación integral y de calidad" para todos (art. 103 de la Constitución) es la batalla que Venezuela debe ganar. Tiene con qué, pero la falsa conciencia de que en educación estamos más o menos bien hace que la calidad (sobre todo en los pobres) no ocupe el lugar prioritario que se requiere ni tenga la verdadera preferencia financiera exigida en la carta magna.

Sin duda, si para los hijos de los generales y de los ministros no hubiera más opción que la escuela oficial de Carapita o el liceo oficial de cualquier ciudad, ellos pondrían todas las fuerzas y presión para incentivar iniciativas plurales de la familia, de la sociedad y del Estado en una educación integral de calidad asequible a todos y "fundamentada en el respeto a todas las corrientes del pensamiento, con la finalidad de desarrollar el potencial creativo de cada ser humano y el pleno ejercicio de su personalidad en una sociedad democrática basada en la valoración ética del trabajo y en la transformación activa, consciente y solidaria en los procesos de transformación social..." (Art. 102 de la Constitución) Hay futuro si somos responsables.

domingo, 22 de julio de 2012

OPSU viola exigencias de admisión de la UCV

Gustavo Méndez
El Universal, 21/07/12

EDUCACIÓN | Denuncian que ingresan a bachilleres con malas notas

Acusan a OPSU de excluir a 146 jóvenes con buenos promedios
El secretario de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Amalio Belmonte, al revisar el sorpresivo listado de alumnos enviado por la Oficina de Planificación del Sector Universitarios (OPSU) precisó que al analizar la data oficial descubrieron que se están excluyendo a jóvenes con excelentes promedio para que ingresen otros con bajas notas.
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Se pretende favorecer a los estudiantes con bajo rendimiento (Archivo)
 
Contenido relacionado: GUZMÁN SIN ARGUMENTOS

"Al parecer algo oscuro trama la Oficina de Planificación del Sector Universitarios (OPSU) al pretender que bachilleres que no cumplen los mínimos requisitos, establecidos por ellos, ingresen a la universdad por la vía del desconocido Programa de Ayuda Académica Sucre".

La denuncia la formuló, este viernes, el secretario de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Amalio Belmonte, al revisar el sorpresivo listado de alumnos enviado por la OPSU.

Precisó que al analizar la data oficial descubrieron que se están excluyendo a jóvenes con excelentes promedio para que ingresen otros con bajas notas.

"Se pudo detectar la asignación de un total de 146 bachilleres que no cumplen con los requisitos establecidos en las pautas OPSU de 2009, bajo el criterio ser beneficiarios del programa Sucre. Los índices de corte de asignación por carrera están por encima de 90, pero en los casos de los bachilleres asignados por el Ejecutivo los índices oscilan entre 34 y 50, traduciéndose ello en promedios de notas del bachillerato entre 11 y 15 puntos, muy por debajo de los promedios. Es decir, están siendo excluidos del proceso de admisión nacional 146 estudiantes quienes si cumplen con las exigencias de admisión de la UCV".

Para Belmonte se quiere "hacer forzar equidad a expensas de inequidad contra otros bachilleres", acusó. El Secretario dejó entrever que se pretende dar ingreso a cuadros políticos del oficialismo que no tienen la mínima preparación académica para cursar en la UCV.

Belmonte, adelantó que presentará el caso en la próxima sesión del Consejo Universitario de la UCV y solicitará respaldo "para exigirle a la OPSU y al Ministerio de Educación Universitaria información sobre el Programa Sucre y tomar la decisión de no inscribir a este grupo de estudiantes asignados hasta tanto no estén claros los criterios aplicados para su asignación y la normativa".

Los alumnos de la vía del Programa Sucre fueron asignados en las carreras de Derecho, Arquitectura, Medicina, Administración, Odontología, Computación, Nutrición, Economía, Ingeniería de Petróleo y Civil, Artes, Psicología y Comunicación Social.

El Universal intentó hablar con el director de Ingreso de la OPSU, Richard Lobo, pero fue imposible establecer comunicación.

sábado, 21 de julio de 2012

La universidad contra la sumisión

Lázaro Álvarez
Tal Cual, 21/07/12

Pareciera evidente que la intervención del Estado en las universidades se justificaría sólo si fuese para garantizar aún más la pureza de la autonomía misma. Por ello, la relación de la universidad con el Estado (bajo cualquier gobierno) debe necesariamente ser tensa e incómoda, así como su propia relación interna entre autonomía, pertinencia social y competencias.

Pero nunca ha sido un don concedido generosa- mente: dicha autonomía le ha costado a la universidad venezolana más de cincuenta años de luchas.

Y ha sido la lucha de todas las universidades.

Desde las primeras, como la de Bologna y la de París, estas instituciones nacieron como centros de saber; frente al desbordamiento de scholars que querían oír a los más grandes maestros, hubo que autorizar abrir escuelas fuera de los monasterios. Tal es el caso de Pedro Abelardo, cuya libertad y brillantez le ganaron fama pero, también, la enemistad de la Iglesia. Para Derrida, fue el fundador de la profesión de profesor. Y para Emile Durkheim su experiencia también es fundadora de la naturaleza esencial de las universidades: "Las corporaciones universitarias de la Edad Media eran agrupaciones privadas comparables a los gremios de oficios; no dependían directamente de los poderes públicos. Esta independencia es igualmente necesaria para las nuevas universidades ya que la ciencia que cultivan y enseñan debe ser libre".

Igual decía Schelling en sus Lecciones de 1803: "...Ya es harto conocido y aceptado que las universidades son instrumentos del Estado (...) El Estado está facultado indiscutiblemente para suprimir completamente las universidades o convertirlas en escuelas industriales, u otras similares, pero no puede suprimirlas sin abolir, al mismo tiempo, la vida de las ideas y el movimiento científico más libre".

Y en El Conflicto de las Facultades, que escribió Kant en 1794 para resistir a la acometida conservadora luego de la muerte de Federico II, se hace una reseña del desarrollo histórico y necesario del concepto de autonomía, entendida como la construcción de un espacio de libertad para la crítica fundada en la razón. Las universidades, son, en consecuencia, por su misma naturaleza y su función, espacios autorizados para definir sus propias normas de funcionamiento.

Para Nietzsche, tampoco la cultura y la inteligencia deberían subordinarse al Estado. Pues, así el saber se convertiría en un saber burocrático. El mismo Nietzsche, igual que Schopenhauer, se burlaba de la nominación por el Estado de sus "pensadores libres".

En el siglo XIX, John H. Newman definió la universidad moderna como un lugar para la comunicación y la circulación del pensamiento en un campo extenso de saberes: "...es la comunidad de estudiantes y profesores que se reúnen para pensar". Para Jean Paul Sartre: "La universidad está hecha para hombres capaces de dudar". Para Robert Hutchins: "...es el espacio recogido para meditar los problemas del mundo". Y casi en el mismo sentido para Karl Jaspers: "...es el recinto sagrado de la razón".

Condicionado por la crisis política y cultural de la España de comienzos del siglo pasado, la visión de José Ortega y Gasset pareciera más convencional por ser más pragmática y circunstancial: la universidad debe esencialmente combatir la chabacanería del españolito de a pie.

Pero, en general, la Universitas, para serlo esencialmente, debe ser espacio para la libre búsqueda de la verdad desde cualquier visión del mundo. Posibilidad del pensamiento. Pero también y por lo mismo, espacio para la crítica, la emancipación, el pluralismo, el disenso y la discusión argumentada. Precisamente por ser la casa de la razón y el espacio más propio de producción de conocimiento, representa la experiencia democrática más radical y su estructura debe ser la de una sociedad de iguales con autogobierno y cogobierno. Si esta función crítica y creadora no es ya una contribución social, entonces lo que se desea es convertir a las universidades en instituciones de otra naturaleza: oficinas adicionales y autoritarias de gobierno, empresas o institutos de profesionalización en serie que produzcan profesionales como chorizos, simples centros de adiestramiento ideológico o "liceos más grandes". Además de que se confundiría su función y su esencia con la de Mercal, el INCEs, las Misiones, los ministerios, los liceos, o los hospitales.

La universidad siempre ha estado en crisis, así como siempre ha de ser crítica.

Pero no en el sentido de la crisis de aquellos que gustan pescar en las aguas revueltas. Ni la de quienes atacan la inclinación mercantilista del saber en pro de una más lamentable estatización banalizante y sometedora de la misma. Si revisamos su historia, en la medida en que encarna el principio más caro de la ilustración y de la civilización occidental, la universidad es, necesariamente, estado de crisis perpetuo de las necesidades del espíritu. Esta necesidad es crisis porque así es el espacio esencial del pensamiento creador siempre en movimiento y en libertad. Y la verdadera inteligencia es la puesta en duda de las verdades convertidas en dogmas. Ya lo decía Nietzsche, "las verdades están hechas para ser criticadas, no para ser idolatradas".

Pierre Bordieu consideraba que las universidades no eran un aparato sino un campo, un espacio de luchas: "Es un espacio de juego, potencialmente abierto, con fronteras dinámicas". No son espacios homogéneos e inmutables sino lugares donde es esencial el conflicto y la diferencia para su vitalidad intelectual y moral. Por tanto, nada más lejano del control ideológico y la intolerancia. Esta naturaleza necesariamente libre del espacio del saber es lo que le origina los ataques de los dogmáticos, de los grupos de privilegios, y de los de la chatura intelectual del fanático esquematismo "revolucionario". En su Universidad sin condición, Jacques Derrida va más lejos: "(...) Dicha universidad exige y se le debería reconocer en principio, además de lo que se denomina la libertad académica, una libertad incondicional de cuestionamiento y de proposición, e incluso, más aún si cabe, el derecho de decir públicamente todo lo que exigen una investigación, un saber y un pensamiento de la verdad".

Quizá retrocedamos ahora a los tiempos en que, en 1811, el Gran Rector Luis de Fontanes pedía sumisión a Napoleón: "La universidad no tiene sólo por objeto formar oradores y sabios, antes que todo, ella debe al Emperador sujetos fieles y devotos". Pero ello, a costa de convertir a la universidad en un "cadáver sin dignidad". No hay que confundir, por tanto, la transmisión del saber con la "transmisión del poder". Pues, si bien no se debe permitir la mercantilización del saber, tampoco podemos permitir su degradación y su manipulación. Las universidades libres ­o que aspiran a serlo siempre más­ son el riesgo que necesariamente todo gobierno verdaderamente democrático tiene que correr.

viernes, 20 de julio de 2012

Las universidades latinoamericanas y los rankings internacionales

Roberto Rodríguez Gómez
LAISUM, México, 12/07/12
 
Tal y como se reportó oportunamente en este suplemento, el 17 y 18 de mayo tuvo lugar el encuentro “Las universidades latinoamericanas ante los rankings internacionales: impactos, alcances y límites”. El evento fue convocado por los rectores de la UNAM, la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad de Chile, y contó con los auspicios del IESALC-UNESCO; la UDUAL y la ANUIES. El programa combinó participaciones de rectores universitarios, especialistas en la temática, así como presentaciones explicativas de representantes de cuatro de los principales rankings universitarios internacionales: Times Higher Education, Scimago, Webometrics y QS University Rankings. De particular relieve, la conferencia magistral a cargo de Simon Marginson (Universidad de Melbourne, Australia), titulada “Global University Rankings: The strategic issues”, que presentó un conjunto de temas críticos sobre los enfoques conceptuales, metodológicos y técnicos comúnmente empleados en los ejercicios de clasificación de universidades en boga. La presentación de Marginson no sólo se ciñó al señalamiento de las inconveniencias y los límites que presentan los principales rankings internacionales, sino que ofreció alternativas y posibles vías de respuesta ante los retos de conocer, de manera comparativa, el desempeño de las instituciones universitarias.

También fue un rasgo destacado del evento haber convocado la presencia de más de setenta rectores de universidades públicas y privadas de América Latina. Aunque el mayor contingente, por razones obvias fue el nacional, más de una treintena de rectores latinoamericanos se dieron cita en el evento y participaron activamente en los debates con los especialistas y con los editores de rankings.

Al final los rectores convocantes presentaron un documento de declaración final que buscó recoger los principales ángulos del debate, así como formular propuestas para superar problemas cruciales en torno a las prácticas de clasificación comparativa. La Declaración citada es amplia, e incluye varios apartados. El primero resume algunos datos sobre las características de los sistemas de educación superior en la región, apuntando a los retos de cobertura, equidad y calidad prevalecientes. El segundo recorre una serie de antecedentes relevantes sobre el debate en torno a los rankings internacionales en la región. El tercero, que es el apartado sustantivo, aborda las conclusiones y recomendaciones emanadas del Encuentro.

A las autoridades gubernamentales y órganos legislativos de los países de América Latina y el Caribe se recomienda, entre otros aspectos, evitar tomar los resultados de los rankings como elemento de evaluación del desempeño de las instituciones, en el diseño de políticas públicas para la educación superior, en el financiamiento y en los sistemas de estímulos e incentivos a las instituciones y al personal académico. Asimismo, se sugiere la generación de bases de datos públicas de información de alcance nacional y regional que permitan un conocimiento bien fundado de los sistemas, subsistemas e instituciones; que faciliten el establecimiento de análisis comparativos, cuando los casos sean contrastables, y que hagan posible diagnosticar tanto los problemas más relevantes como las áreas de oportunidad para el diseño de políticas públicas de largo aliento.

La mea culpa de los ranqueadores

Marion Lloyd
LAISUM, México, 12/07/12

Si en algo son insistentes los ranquedores de universidades, es en la confiabilidad de sus metodologías.

Por eso lo sorprendente de las declaraciones recientes de Phil Baty, editor del Times Higher Education World University Rankings. En una serie de artículos publicados en mayo y junio en University World News, el también periodista critica el uso de su propio ranking como base para la formación de políticas públicas. Inclusive, cuestiona uno de los principios básicos que ha hecho de los rankings instrumentos altamente influyentes y rentables: la idea de que son capaces de reflejar la calidad de las instituciones de forma imparcial y definitiva.

En realidad, argumenta Baty, “ningún ranking de universidades puede ser exhaustivo ni objetivo”.

Parece una extraña afirmación por parte del responsable de uno de los rankings de mayor influencia a nivel mundial. ¿O será una especie de mea culpa? Lo que sí es claro es que el fenómeno que empezó en 2003 con la publicación del primer ranking internacional - el Academic World Ranking de Universidades, de la Universidad de Jiao Tong en Shanghai – ha salido del control.

Este último ranking se originó por una inquietud por parte de académicos en Shanghai de saber cómo la producción científica de su institución se comparaba con la de las universidades “de clase mundial”. Es decir, no les importaba saber sobre la calidad de la docencia de las demás universidades, ni de su impacto social, entre otras funciones universitarias.

No obstante, este modelo de medición, que equipara la calidad con la producción de artículos científicos y de premios Nobel, se ha impuesto como el estándar de oro, en parte porque son los únicos atributos de una universidad que son fácilmente medibles. De allí han surgido otros rankings, como el de la Universidad de Leiden y el Scimago Institutional Ranking (SIR), que miden exclusivamente la producción científica de las instituciones. Mientras tanto, otros como el Times y su competencia inglesa, Quacquarelli Symonds (QS), han agregado a la mezcla otros rubros, como el número de estudiantes por profesor y las respuestas a encuestas aplicadas a académicos o empleadores. Pero el resultado es lo mismo: una imagen sumamente parcial y sesgada de la universidad.
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viernes, 13 de julio de 2012

La guerra contra las universidades

Marcos Carrillo
El Universal, 13/07/12

Un reciente estudio de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo, comentado por BBC News, revela que China e India liderarán el mundo en cuanto a egresados universitarios al final de esta década. Han cambiado su foco de ser países centrados en la manufactura barata para concentrarse en la formación de profesionales en las áreas de alta tecnología.

Países tradicionalmente más desarrollados han ido quedando atrás en comparación con el vibrante avance de otros. Así, Brasil tendrá en el corto plazo más graduados que Alemania, Turquía más que España e Indonesia tres veces más que Francia.

Mientras tanto, en Venezuela el decadente gobierno de Hugo Chávez se ha ensañado en contra de las universidades públicas y algunas privadas en lo que es el más perverso de los daños que le han hecho al país. Mientras nuestros vecinos y socios comerciales -en el caso de China más que un socio es un padrote comercial- se preocupan de ofrecer la más alta formación a su juventud, aquí se degrada al profesor universitario de modo tal que un profesor a dedicación exclusiva con PhD, con reconocidas publicaciones y que habla tres idiomas gana poco más de Bs.3.000 algo más que el sueldo mínimo. Igualmente, se congela el presupuesto por año reduciéndolo de hecho, el Gobierno trata de imponer cuáles son las líneas de investigación, se disminuyen el número de becas y hasta se premia y se pone como ejemplo de juventudes a un mequetrefe impertinente que ofende a las autoridades universitarias.

En lugar de pensar en la formación de profesionales de altísima calidad para el desarrollo de las tierras, el Gobierno se empeña crear universidades de pésima calidad que estafan a quienes de buena fe estudian en ellas, fomenta la economía de conuco, insiste en estudiar un inexistente pensamiento del bandolero del siglo XIX Ezequiel Zamora mientras el mundo avanza indetenible haciendo realidad lo que se pensaba hasta hace nada era ciencia-ficción y sigue hablando de la momia de Marx y de la guerra fría como si fueran el futuro inexorable.

El resultado de todo este despropósito ha sido un profesorado sometido a todo tipo de infamias que se sostiene sólo por mística, una inadmisible fuga de cerebros y un país atrapado en los más decadentes vicios.

En un mundo donde el progreso se mide por el conocimiento que se consume y se produce Venezuela está cayendo al más ignominioso de los fosos. Esto no es casualidad, para que sea exitoso el totalitarismo que se ha trazado como meta la banda gobernante, es necesaria la total sumisión de la población. Chávez y su séquito le temen a las universidades de calidad porque son el reducto de la libertad, porque develan la decadencia y la ignorancia de un Gobierno cuyos atavismos seguiremos sufriendo por mucho tiempo luego de que hayan sido derrotados electoralmente.

jueves, 12 de julio de 2012

Comparaciones académicas

Carlos Díaz
Tal Cual,12/07/12

El diario 2001 presentó esta semana un artículo que daba cuenta del estancamiento de la competitividad de las universidades venezolanas comparadas con universidades mundiales. Según un ranking mundial de universidades llevado a cabo por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, organismo adscrito al Ministerio de Ciencia y Tecnología de ese país, Latinoamérica tiene un rezago importante en el nivel de sus instituciones académicas. La región es comparable con Oceanía y sólo supera a África y al mundo árabe. Dentro del ranking regional latinoamericano Brasil es el líder, seguido de México y Chile.

La primera universidad venezolana (la Universidad de los Andes en Mérida-ULA) aparece en el puesto 30 de Latinoamérica y 640 a nivel mundial. Las universidades venezolanas no sólo ocupan puestos bajos en el ranking mundial, sino que existe una gran distancia entre ellas.

Luego de la ULA, están la UCV, la UC y la USB, las cuales ocupan los puestos 848, 1.104 y 1.175, respectivamente.

Es claro que Venezuela tiene un problema en su educación, y que esto pone en riesgo nuestro futuro. Sin una buena educación perdemos competitividad internacional, ya que nos vemos forzados a producir productos con bajo contenido de conocimientos ­los cuales tienen menor valor agregado y son más vulnerables a la competencia al no contar con protección intelectual­ que terminaremos intercambiando por menos productos en el futuro. Evitar esta dinámica empobrecedora debe ser la tarea principal de cualquier gobierno venezolano, para asegurar el futuro y la independencia real del país. De poco sirven los discursos, golpes de pecho, y desfiles uniformados de cada 5 de Julio, si perdemos la capacidad de alimentarnos y proveernos un mejor futuro. Mejorar el nivel y calidad de la educación en el país es una tarea compleja que requiere un esfuerzo de largo plazo. Pero pese a ser difícil no es una tarea imposible, Venezuela puede mejorar su educación y competitividad. Esta tarea tiene múltiples facetas, que incluyen problemas que van desde el presupuesto educativo, hasta los contenidos, y el entorno de desarrollo de los niños que incluye su salud y nutrición. En muchas de estas áreas, el gobierno venezolano ha tenido aciertos, pero también ha cometido muchos otros errores, especialmente, cuando trata de usar la educación como herramienta de adoctrinamiento y control político.

Los esfuerzos nacionales para mejorar la educación deben estar guiados por: (I)la mejora en la calidad y cantidad de educación (en ese orden) para el desarrollo de las capacidades del individuo; (II) asignar recursos públicos para ayudar a quienes se encuentran en una situación más frágil; (III) utilizar criterios tangibles y estadísticos de medición para identificar dónde estamos y qué intervenciones funcionan; y finalmente, (IV) abrirse a la participación de los múltiples actores sociales envueltos en la educación: representantes, profesores, directivos de escuelas, y el sector privado (empleadores). Una nación que cuente con ciudadanos preparados siempre tendrá mejor control de su destino. La verdadera independencia y libertad parte del conocimiento.

martes, 10 de julio de 2012

La ideología como ortodoxia del pensamiento

Enrique Sánchez Falcón
Tal Cual, 10/07/12

Presenciar, en la Universidad Bolivariana de Venezuela, la graduación de integrantes de cursos de doctorado y maestría realizados en el marco del Convenio Cuba-Venezuela, Promoción Bolívar-Martí, resultó una experiencia singular. A la satisfacción de ver a un familiar lograr la culminación de un esfuerzo de formación académica y profesional cuyo íntimo valor nunca podrá disminuirse por posturas políticas cualesquiera sean éstas, se agregó la extraña impresión que causa constatar cómo la ideología, es decir el pensamiento convertido en ortodoxia, domina a las personas y les impide advertir las contradicciones que estallan entre sus propias palabras. En los discursos de orden de la representación de los graduandos y de las autoridades universitarias se hicieron presentes, por supuesto, las alusiones a la educación liberadora y formadora de individuos rebeldes a cualquier dominación, pero proferidas con reiterativas manifestaciones de absoluta sumisión a las figuras más emblemáticas del personalismo político latinoamericano. También abundaron las referencias a la construcción de una sociedad en la que el fetiche de la "mercancía" sea definitivamente expulsado de los valores de la comunidad, pero, lamentablemente, para sustituirlo por otro, la figura del líder máximo, a quien se idolatra irracionalmente. Paradójicamente, también se aludió a la necesidad de lograr la liberación de todo tipo de hegemonías, al tiempo que se definió a una supuesta "revolución cultural" en ciernes como el camino seguro hacia la consolidación de una "nueva hegemonía". Por último, no podía faltar la mención a la crisis "terminal" que actualmente afecta a las economías europeas y norteamericana, aunque todos los participantes de la actividad universitaria en referencia son conscientes de la ineficiencia del sistema económico cubano, la cual, recientemente, determinó, sin posibilidad de protesta alguna, el despido de cientos de miles de trabajadores estatales.

¿Será acaso esa capacidad para asimilar las contradicciones, lo que explica que la sociedad cubana haya aceptado como "libertad de expresión" la definida en el artículo 53 de la Constitución de ese país que establece lo siguiente: "Se reconoce a los ciudadanos libertad de palabra y prensa conforme a los fines de la sociedad socialista. Las condiciones materiales para su ejercicio están dadas por el hecho de que la prensa, la radio, la televisión, el cine y otros medios de difusión masiva son de propiedad estatal o social y no pueden ser objeto, en ningún caso, de propiedad privada, lo que asegura su uso al servicio exclusivo del pueblo trabajador y del interés de la sociedad". 

sábado, 7 de julio de 2012

Átomos venezolanos en el bosón de Higgs


 Para emocionarse y sentirse orgulloso como venezolano. Entrevista a Bárbara Millán Mejías acerca del histórico descubrimiento de la partícula de Higgs.

Andrés Correa Guatarasma
El Universal, 07/07/12

Nueva York.- Sea cual sea la profesión a la que se aspire o el nivel en el que se encuentre un alumno en este trepidante planeta, los cafetines son el lugar más común de reunión entre pupilos y maestros. Fue justamente allí donde el martes pasado, "el día antes del gran anuncio del descubrimiento de la partícula", Bárbara Millán Mejías se tropezó con el octogenario científico escocés Peter Higgs, quien desde 1964 viene tratando de responder con pruebas una simple pregunta: por qué las partículas tienen masa.

"Choqué con él en el cafetín del CERN (Centro Europeo de Investigación Nuclear). Le pedí disculpas y luego me di cuenta que más bien debí pedirle una foto", comenta con picardía desde Ginebra. "Así que tendré que esperar a la próxima oportunidad, pues él no trabaja para el CERN, ni está relacionado a los experimentos, excepto por sus frecuentes visitas".

"Estoy emocionadísima", escribió Bárbara al enviar a sus padres un correo electrónico la madrugada del 5 de julio. Apenas unas horas antes, el miércoles, había sido testigo en primera fila del "mayor descubrimiento en más de 30 años. Llevaban 50 años buscando esta partícula, comparan el descubrimiento con el comienzo de la era espacial" y la llegada a la Luna, agregó al intentar resumirles la experiencia.
 
-Hasta hace unos días la palabra "bosón" (un tipo de partícula elemental) era prácticamente desconocida. Ahora está en todos los periódicos y el Nobel de Física de este año parece ya cantado...
-Sí, lo más probable es que alguien aquí se gane el premio Nobel, pero no se sabe quién. En la teoría conocida como el mecanismo de Higgs hubo tres científicos más involucrados. Aquí hay una colaboración entre 15 mil personas de todo el mundo, muchos años de esfuerzo y cientos de proyectos.  El CERN es un ejemplo mundial de tolerancia y capacidad de trabajo bajo un fin común: la ciencia.

-¿Cuál fue su aporte allí?
-Cuando formas parte de estos experimentos te entrenan para que puedas revisar las condiciones del detector (el más poderoso acelerador de partículas, con un tubo de 27 km de largo ubicado 100 metros bajo tierra, entre Suiza y Francia). Analizas y validas data que será usada por todo el equipo. De la misma manera haces trabajos técnicos, que son esenciales para los distintos análisis. Por ejemplo, alinear el detector ha sido parte de mi trabajo. Es gracioso decir que por segundo ocurren 200 millones de colisiones, así que se necesita muchísima capacidad de cómputo para analizar cualquier data. Los resultados impresionantes mostrados no hubiesen sido posibles sin la red de computadoras distribuidas en todas partes del mundo.

-¿Cómo se decidió por una carrera tan poco popular entre los bachilleres?
-Desde pequeña uno de mis sueños era ser astronauta o arqueóloga. Así que siempre estuve interesada en las ciencias. Cuando me toco decidir qué iba a estudiar estaba indecisa entre varias carreras. Y alguien muy cercano a mí me convenció de que Física era la mejor opción. Si estudias Física, a diferencia de la creencia común, puedes trabajar en muchas áreas, por ejemplo finanzas o geología, y en cualquier parte del mundo. Sin las ciencias básicas no existirían muchos de los avances tecnológicos que hay hoy en día. Por ejemplo, en el CERN nació el world wide web (www) y la tecnología de los aceleradores de partículas es usada a diario en tratamientos de cáncer. Grandes compañías tecnológicas están interesadas en contratar personas que estudiaron ciencias básicas para desarrollar nuevas técnicas. Eso tenemos que enseñárselo a nuestros niños y jóvenes.

-¿Cómo se vinculó con el prestigioso CERN?
-Cuando me gradué en Venezuela (Universidad Simón Bolívar) tenía que decidir qué hacer. Yo había hecho Física nuclear, pero no había hecho Física de partículas. Estaba muy interesada en todo lo que estaba ocurriendo en el CERN. Sin embargo, no tenía ningún vínculo con ellos y la USB tampoco tenía ningún acuerdo. Uno de los requisitos para postularse era venir de un país contribuyente, y no es nuestro caso. Yo quería hacer postgrado en Europa, y el postgrado de Física de partículas en Ámsterdam ofrecía como parte del programa la posibilidad de trabajar un verano en el CERN. Así que me dije que esa era mi puerta, y tuve el apoyo de mi familia para hacerlo.

viernes, 6 de julio de 2012

El malogrado sueño de los disidentes

El País, 06/07/12
Hace tres años, cuando yo era todavía un despreocupado ciberutópico, escribí un corto ensayo para Newsweek sobre “diplomacia de tecnología punta”. En ese artículo, con diferencia el texto más superficial que yo haya escrito nunca, reprendía a los diplomáticos norteamericanos por no aprovecharse del inmenso poder blando digital que una compañía como Amazon podía ofrecer. El Kindle, escribí, es “el instrumento soñado por los disidentes” ya que podría “poner fin a una época en la que en los países autoritarios los visitantes extranjeros tenían que pasar de contrabando los libros clandestinos”. Bastaría con que Washington patrocinara la diplomacia del Kindle y “financiase discretamente la compra de textos que considerase más influyentes y con más probabilidad de fomentar el pensamiento crítico”.

jueves, 5 de julio de 2012

Academias alertan sobre incesantes ataques contra la universidad

Gustavo Méndez
El Universal, 05/07/12

Académicos y autoridades disertaron este miércoles sobre el pasado, presente y futuro de la universidad al celebrarse los 290 años del nacimiento de la Real y Pontificia Universidad de Caracas y los 186 años de su conversión en la Universidad Central de Venezuela, en acto celebrado en el Palacio de las Academias.

El Dr. Román Duque Corredor, en representación de las Academias Nacionales, alertó sobre el mensaje "demagógico" de imponer una "supuesta democracia política y participativa que no se practica en las instituciones oficiales".

En su intervención el jurista criticó la política oficial de masificar la enseñanza universitaria afectando la calidad y desdibujando el sentido científico y de excelencia de las casas de estudio. "El crecimiento de la tasa de escolaridad universitaria a ritmos superiores da la tasa de crecimiento poblacional no significa, per se, que son satisfactorios los niveles de educación básica, media y superior y de enseñanza, de investigación científica y tecnológica de las universidades", concluyó frente a los presidentes de las Academias Nacionales, las rectoras de la UCV, Cecilia, García Arocha; de la Carabobo, Jessy Divo de Romero; Unexpo, Rita Añez, y el rector de la Unimet, Benjamín Scharifker.

Duque Corredor también abordó la autonomía al señalar que es la "mejor protección de la libertad y la democracia, como se ha demostrado históricamente, frente a los gobiernos autócratas que pretenden poner al servicio de una ideología o un partido, o de un Presidente, la institución".

miércoles, 4 de julio de 2012

Educación democrática al paredón

Eleazar Narváez
Tal Cual, 04/07/12

En el supuesto negado de que Hugo Chávez sea reelecto y ponga en marcha el programa de gobierno que consignó al CNE, con toda seguridad se decretaría la muerte de la educación democrática en nuestro país. Ésta sería considerada una de esas herencias del Estado burgués que habría que “pulverizar” para acelerar la transición al socialismo bolivariano del siglo XXI, según lo expuesto en dicho programa. Se le sustituiría por una educación con la “nueva ética, moral y espiritual de la sociedad” que emergería con la implantación de ese socialismo autocrático. La misma sería indispensable para configurar, dicho con las palabras de aquél, “una nueva socialidad desde la vida cotidiana donde la fraternidad y la solidaridad corran parejas con la emergencia permanente de nuevos modos de planificar y producir la vida material…”; pero eso sí, bajo los imperativos de un Estado signado por el fundamentalismo autoritario y un exacerbado presidencialismo.

La búsqueda de solidaridades automáticas en torno a los objetivos del mencionado programa, sin la debida reflexión y ponderación crítica, sería uno de los factores primordiales del papel que cumpliría la educación. Ello supondría una fuerte carga de ideologización en la acción educativa, con el diálogo y el pluralismo reducidos a su mínima expresión. Al servicio de una hegemonía que no favorecería una verdadera convivencia democrática y negaría la autonomía y la dignidad personal. Muy atrás, en un segundo o en un tercer plano, si acaso, quedaría la preocupación por el valor del conocimiento y de la educación como palancas fundamentales del desarrollo.

Desde el sagrado templo del pensamiento único y con la aspiración a una convivencia basada en la uniformidad, con exclusión de la diferencia, se pretendería fraguar esa solidaridad y fraternidad alrededor de los temas medulares de los cinco objetivos históricos plasmados en el documento antes referido: La independencia nacional, el socialismo bolivariano del siglo XXI, la conversión de Venezuela en un país potencia, una nueva geopolítica internacional y la preservación de la vida en el Planeta y la salvación de la especie humana. El secuestro de la subjetividad de los venezolanos en función de tal propósito, ése sería el rol ignominioso que se le asignaría a nuestra educación.

A lo largo de los últimos catorce años, son varias las señales peligrosas que hemos recibido de eso que se quiere implantar a la sombra del totalitarismo que mañana podría cubrir toda la vida del país: prácticas y contenidos de enseñanza que distorsionan nuestra historia, promueven identidades indignantes y alimentan el odio y el resentimiento; censura de libros, acoso a centros educativos no controlados por el régimen; hegemonía comunicacional oficialista para la ideologización; estigmatización de la ciencia considerada burguesa, etc.

Son hechos que hoy se le atribuyen al régimen presidido por la misma persona que en un acto en el Fuerte Tiuna dijo recientemente, con el mayor irrespeto y altisonancia, que no es venezolano quien no es chavista.

¿Cabría esperarse algo distinto de él en los próximos años?

lunes, 2 de julio de 2012

Hablan las Academias Nacionales ante las amenazas a las universidades autónomas

El Comité Inter Académico de las Academias Nacionales, constituido por los Presidentes de las Academias Nacionales de Medicina, de Ciencias Políticas y Sociales, de Ciencias Físicas Matemáticas y Naturales, de Ciencias Económicas,de Ingeniería y el Hábitat, de la Lengua y de la Historia, siente la obligación moral y ciudadana de manifestar a la sociedad su profunda preocupación ante las graves y continuas manifestaciones de violencia física, las severas restricciones económicas y los intentos de alterar por la vía legislativa y judicial principios básicos de la autonomía universitaria que, en conjunto, afectan duramente el normal desenvolvimiento de las actividades propias de nuestras universidades venezolanas. 
 
En su carácter de instituciones cuya finalidad es, entre otras, asesorar al Estado en materias de su competencia, a las Academias les preocupa que la universidad venezolana deje de ser un espacio de convivencia y tolerancia, abierto a todas las corrientes del pensamiento para la conducción democrática del país y un lugar de reflexión, de indagación y creación intelectual, diseñado exclusivamente para el estudio y la formación de capital humano en las diversas áreas del saber. Y más aún que por ello se afecten los valores básicos que definen el sentido de la universidad moderna, comprometida con el progreso de la sociedad y competitiva a nivel internacional. Es alarmante que en tiempos en que el conocimiento se genera a un ritmo insospechado, desde las más altas esferas del gobierno se trate de imponer un modelo de universidad para la formación de cuadros políticamente orientados. Un modelo que ha fracasado en los todos los países que lo han hecho y no se acepte que solamente una universidad, cuyo ejercicio se sustenta en la plena libertad de pensamiento y persiga altos estándares de calidad, puede contribuir a la formación de ciudadanos libres y profesionales capacitados, útiles para contribuir eficazmente al bienestar social.

Deudas con docentes jubilados de universidades

Ariana Guevara Gómez
El Nacional, 02/07/12

Hace 11 años, Jaime Pizani se jubiló de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez. El profesor, que también trabajó en la Universidad de los Andes, aún no ha recibido todo el dinero de sus prestaciones sociales. En 2005 cobró el beneficio, pero no le reconocieron los 3 años que le dedicó a la ULA ni la ruralidad, que se incluye en los cálculos de quienes laboran en esas zonas.

"En 2008 me dijeron que la deuda de la ULA era de 32.000 bolívares, pero con los intereses subió a 680.000 bolívares.

Me deben más de esa cantidad; yo diría que el doble, si se cuenta lo de la Unesr", dice Pizani, que pertenece al Consejo de Jubilados de esta última institución. Las casas de estudio fungen de patronos, pero los pagos dependen de las asignaciones del Ministerio de Educación Universitaria.

El caso de Pizani no es aislado. Rafael Álvarez, presidente de la Asociación de Profesores de la Universidad Simón Bolívar, trabajó como docente activo hasta 2003. Después de 25 años de servicio, cuando le correspondía jubilarse, la institución decidió contratarlo para que continuara con su labor. "Los cálculos de la deuda varían de acuerdo con el caso.

En promedio, a cada profesor le deben 600 millones de bolívares. A algunos, incluso, tienen que pagarle 1,5 millardos", afirma.

La última vez que Neysa Guevara revisó su deuda estaba en 300.000 bolívares. Trabajó hasta 2003 en la Universidad Central de Venezuela: durante 36 años ocupó cargos administrativos y docentes. "Los pasivos por mi trabajo como profesora no me los han pagado nunca", señala.

El pago de las prestaciones sociales es un derecho de los trabajadores, que debe cumplirse al culminar la relación laboral. Lourdes Ramírez de Viloria, presidente de la Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios de Venezuela, indica que las deudas por ese concepto datan de 2009. Los intereses de las prestaciones ­denominados pasivos laborales­ no se pagan desde 1998.

La dirigente recuerda que el Gobierno central hizo un esfuerzo para cancelar las deudas por pasivos desde 1975 hasta 1997, pero a partir de ese año empezaron las irregularidades. A quienes se jubilaron entre 1998 y 2001, dice Ramírez, les pagaron 40% de lo que les correspondía con el instructivo de 1997. "El resto no les llegó nunca y ahora la deuda es mayor", apunta.

La situación no sólo afecta a los profesores, sino también a los trabajadores, administrativos y obreros. Para hablar sobre esta y otras quejas, los gremios se reunieron el 21 de junio con representantes de la Oficina de Planificación del Sector Universitario. La adjunta de la dirección, Tibisay Hung, aseguró en esa oportunidad que el organismo se esforzaba para obtener todos los datos, pero que las universidades los han entregado con errores. De los 33.000 expedientes recibidos, agregó, 16.000 presentan inexactitudes que deben corregirse.

Ramírez considera que son excusas: "La OPSU dice que hasta que no se arreglen los errores no van a pagar. Esas son tácticas dilatorias para no cumplir con las obligaciones.

Se trata de una responsabilidad del Estado venezolano y ningún trabajador tiene la culpa".

Sueldos bajos. Los profesores jubilados tienen los mismos beneficios ­y la misma estrechez­ que los activos. Por eso sufren del mismo modo por los bajos salarios.

Pizani, que se jubiló como profesor asociado y ocupó el cargo de vicerrector académico, cobra 7.000 bolívares mensuales. "He tenido que lanzarme a matar tigres: a veces he asesorado proyectos, sobre todo en el área agrícola. Pero eso también se ha agotado porque no hay mucha demanda. Me limito al sueldo y la pensión de vejez".

Después de 36 años en la universidad, Guevara cobra un sueldo mensual de 4.500 bolívares por su labor docente. "Yo gano más por el trabajo administrativo que por el de docencia. Me esforcé de día y de noche, para morir ahora con este salario. Para llegar a profesor agregado hay que hacer trabajos de ascenso; yo los hacía de noche, de madrugada. Tantos años, tanta dedicación, y esto es lo que cobramos".

martes, 26 de junio de 2012

La descapitalización moral y humana de la UCV

Cambio Humanista* / Boletín Informativo

En la sesión del Consejo del martes pasado se conocieron cuatro nuevas renuncias docentes que vienen a engrosar una abultada lista que desde hace años se viene acumulando en toda la UCV. Nada más en los últimos tres años, en la UCV se han producido 792 retiros de la planta docente, de los cuales 403 corresponden a renuncias. La mayor parte de estas renuncias corresponden a los profesores más jóvenes, la llamada generación de relevo, con lo cual se compromete el futuro de la institución y la formación de miles de venezolanos. Analizado el tema con cierto detenimiento observamos con preocupación:

1.- Un salario que, aunque se ha ido deteriorado frente a una inflación galopante e incontrolada, era medianamente compensado con un sistema de previsión social funcional y bueno, lo cual hacía definitivamente atractiva la labor docente universitaria.

2.- Con el progresivo deterioro del salario, se ha deteriorado el sistema de previsión social. En el presente, dicho sistema es percibido por las nuevas generaciones como poco atractivo y oneroso, pues debe ser costeado en casi su totalidad por el profesor, lo cual merma aún más sus ingresos.

3.- Se aprecia un deterioro en la calidad académica de un personal docente que ha comenzado a migrar hacia nuevos espacios con mejores perspectivas salariales, lo que ocasiona la contratación de profesores de emergencia con altísima rotación, pues se les contrata por períodos evitando su estabilidad laboral relativa.

4.- Esta crisis se manifestó en sus inicios en el veredicto de concursos declarados desiertos; no se presentaban aspirantes a los cargos sencillamente porque la oferta no era atractiva. Luego vinieron los cambios de dedicación: profesores renunciando a la dedicación exclusiva y al tiempo completo en busca de mejores alternativas salariales. En estos momentos enfrentamos una nueva fase: renuncias en masa, y todo esto aunado al hecho de que tenemos una institución que cuenta con una alta densidad de jubilados, el 62% de su nómina docente.

No podemos dejar de entender esta crisis en el contexto en el que se produce, en medio de agresiones a la autonomía desde diferentes flancos, intentando resquebrajar la reserva moral que constituye una institución con casi trescientos años de historia defendiendo los valores universitarios y produciendo conocimiento libre para contribuir al desarrollo de la nación venezolana. No podemos evitar la sorpresa ante quienes celebran el puesto número 33 que ocupa la UCV en el QS Latin University Rankings (http://www.topuniversities.com/university-rankings/latin-american-university-rankings/2012?fb_ref=.T9jIl70oQV4.like&fb_source=timeline), sobre un total de 250 universidades latinoamericanas. En primer lugar, porque en dicho ranking sólo hay seis universidades venezolanas, contra más de treinta colombianas, por ejemplo, lo cual evidencia cuánto han decaído nuestras instituciones de educación superior durante el gobierno chavista. En segundo lugar, porque una de las razones del alza de la UCV en este ranking es, precisamente, la reputación de nuestros graduados en el exterior; graduados que, en muchos casos, renunciaron a sus puestos como profesores en nuestra casa de estudios en busca de una vida más digna, con un salario más justo, en universidades de otros países de América y Europa. Celebrando este ranking, se celebra la crisis que nos dejará sin generación de relevo profesoral. No podemos, pues, unirnos a dicha celebración.
*Representación profesoral de la FEH de la UCV

viernes, 22 de junio de 2012

Contra viento y marea

Alberto Lovera
Tal Cual, 22/06/12

Las universidades autónomas son sometidas a un acoso tenaz por parte del gobierno: congelamiento presupuestario, deterioro de los sueldos del personal académico, asedio violento para perturbar su normal funcionamiento y afectar su planta física, recorte de fondos para la investigación, negativa de recursos para la modernización de su infraestructura académica, acoso judicial para impedir el ejercicio de la democracia universitaria, violentando los principios autonómicos establecidos en la Constitución. Y con todo ello, no han podido doblegar a estas instituciones emblemáticas del conocimiento y de la democracia venezolana.

Mientras esto sucede, un sistema de evaluación internacional establece que un conjunto de universidades venezolanas, unas autónomas y otras privadas, muestran un desempeño destacado en el concierto de Latinoamérica y en nuestro país. Varias de ellas, la UCV en el lugar más prominente en el caso venezolano, han mostrado que, a pesar del clima adverso, siguen siendo las más valoradas tanto por su actividad académica como por sus egresados. Un baño de agua fría para quienes han pretendido menospreciarlas y deteriorarlas.

Seguramente, si no hubiera mediado tanto acoso y limitaciones, podrían haberse colocado en mejor posición, y muchas más universidades venezolanas estarían presentes en este u otro tipo de evaluación. Algo que debería producir una reflexión crítica de las autoridades gubernamentales para cambiar la óptica con la cual han venido tratando a estas instituciones. En vez de verlas como adversarias, deberían tender puentes para un diálogo constructivo que haga progresar la educación superior, respetando su diversidad, con lo cual gana nuestro país como un todo.

Si en este clima tan turbulento, muchas universidades han logrado ciertos avances académicos, mucho más lo podrían hacer en una dinámica en la cual las energías destinadas a preservar los fundamentos de las universidades pudieran destinarse a acometer un sinnúmero de innovaciones que siguen pendientes. La paradoja es que el acoso a las universidades que no se han plegado al pensamiento único que se les pretende imponer desde la cúpula del poder, le ha restado potencia a los cambios que hay que emprender. Los que se han realizado serían mucho más significativos si cesara el acoso. También las instituciones de educación superior que dependen directamente del Poder Ejecutivo no estarían sometidas al empobrecimiento académico que han vivido.

Contra viento y marea un conjunto de universidades han capeado el temporal, aunque con enormes costos. De nuevo se muestra que intentar doblegar a estas instituciones es un esfuerzo que se topa con una acumulación de experiencia que no puede sustituir por un empeño, por más poder que se tenga, de convertirlas en instrumento de conocimiento y formación de una sola corriente.

Su esencia es la diversidad.

Una relación constructiva entre el Estado, las universidades y la sociedad es necesaria. Es un tema de la agenda y de la decisión de cambio de los venezolanos. 

lunes, 18 de junio de 2012

Francisco De Venanzi: Artista de la ciencia, enamorado de la savia universitaria

Vanessa Ortiz
Los rastros perdurables son reliquias únicamente reservadas a aquellas personas que, a lolargo de sus  vidas, se desenvuelven en todos los ámbitos del quehacer humano con tesón y gallardía, consiguiendo distinguirse del resto de los mortales y capturando para sí el respeto de allegados y desconocidos, anónimos y celebridades. De este nutrido número de venezolanos forma parte importante Francisco De Venanzi, quien, a casi dos décadas de su desaparición física, todavía logra apoderarse de la sonrisa y la admiración de estudiantes, profesores, galenos, amigos, familiares y seguidores.
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Escuálida ciencia

El País, Editorial, 18/06/12
 
Primero fueron recortes del presupuesto destinado a investigación y ahora viene el recorte de los efectivos. En un artículo publicado en la revista Nature, la secretaria de Estado de Investigación, Carmen Vela, ha defendido la necesidad de reducir el número de investigadores alegando que en las actuales circunstancias de crisis económica se ha de primar la calidad por encima de la cantidad. Para ello propone reducir el número de contratos de programas de excelencia científica como el Ramón y Cajal, disminuir el número de plazas de investigación posdoctoral y recortar los servicios técnicos de apoyo. Y todo ello con el objetivo, según Vela, de “fortalecer nuestro sistema de investigación”.

Muchas veces ha recurrido ya el Gobierno a la falacia de presentar un recorte o un retroceso como una mejora o un avance, pero en este caso el planteamiento de la secretaria de Estado de adelgazar la ciencia para poder ser más competitivos resulta especialmente irritante y no resiste el escrutinio del rigor científico. Por supuesto que se ha de primar la excelencia. Por supuesto que se han priorizado los programas más competitivos. Eso ha de hacerse en cualquier caso, con crisis o sin ella. Pero el discurso de la eficiencia no puede ser la coartada para justificar una merma de los recursos humanos destinados a la investigación y menos para presentarla como una mejora. Nada indica que con menos recursos humanos y técnicos se vaya a poder hacer mejor ciencia. Más bien lo contrario.

Reducir la cantidad supone, en nuestro caso, reducir la masa crítica necesaria para tener alguna oportunidad de competir. El recorte del 25% en el presupuesto de 2012 nos sitúa en los niveles inversores de 2005. Si además se consuma una reducción de los contratos y las plazas de investigación, el retroceso echará por la borda el esfuerzo hecho en los años anteriores a la crisis y dejará sin expectativas a toda una generación de científicos bien preparados, que no tendrán un lugar en el que ejercer.

Cuando se llevan tres años de recortes presupuestarios y la precariedad sigue siendo endémica, apelar al voluntarismo como hace Vela, parafraseando a Einstein, parece un sarcasmo. Muchos equipos dejarán de ser competitivos y verán esfumarse el esfuerzo hecho, puesto que los trenes perdidos no volverán a pasar y cada vez costará más alcanzar la velocidad a la que corren los que van por delante.

sábado, 16 de junio de 2012

La Universidad cuestionada

Darcy Ribeiro
LAISUM, México, 10/06/12

Estas circunstancias son las que, por alteraciones ocurridas en la sociedad global y reflejadas sobre la universidad, la ponen en tela de juicio y le exigen una redefinición que justifique su forma de ser o que se proponga transformarla en consonancia con los reclamos del desarrollo nacional. En relación con este cuestionario, todos los universitarios son llamados a tomar posición. Aún los portadores de una conciencia ingenua, viendo desenmascarados los contenidos reaccionarios y exógenos de ésta, buscan redefinir su postura para formular una ideología modernizadora explícita. Esto se comprueba por el hecho de que ya nadie defiende la estructura vigente de la universidad que, aún en su forma más arcaica, genera tensiones insoportables. Y aún porque, hasta para proseguir cumpliendo sus funciones tradicionales, la universidad debe alterar sus modos de ser y de actuar. La postura crítica también se modifica y madura al verse desafiada a formularse como un proyecto propio de desarrollo autónomo, suficientemente explícito para hacer frente a la postura modernizadora que, no confiando ya en el espontaneísmo, se encamina hacia la formulación de programas de renovación. Y fue compelida a definirse simultáneamente con respecto a la sociedad y a la universidad, porque se volvía impracticable ser radical o aun progresista en relación con la sociedad, sin serlo también dentro de la universidad en cuanto a sus problemas de crecimiento autónomo.

Podría contestarse que nadie en la universidad se opone al progreso autónomo; que ésta es y siempre fue la meta de los universitarios latinoamericanos. Lamentablemente, este argumento es falaz. La mayoría de nuestros docentes universitarios –y entre ellos muchos de los más prestigiosos– exhibieron siempre una actitud conservadora o, cuando mucho, modernizadora. Vivieron y actuaron como personajes muy orgullosos de sus pequeñas hazañas, viéndose a sí mismos como inteligencias excepcionales y meritorias, sólo por serlo en el ambiente retrógrado en que vivían, vanagloriándose de las instituciones que creaban, precisamente por su vinculación y dependencia con relación a centros universitarios extranjeros de los cuales constituían meros apéndices. Aún hoy es frecuente tal postura en América Latina y en ella se asienta la política modernizadora, que argumenta a favor de las ventajas de los perfeccionamientos parciales alcanzados con la ayuda extranjera, pero está ciega por el estrecho alcance de sus aspiraciones. Para comprender esta estrechez, basta considerar que si las universidades latinoamericanas recibieran, en los próximos veinte años, ayuda extranjera veinte veces superior a la que obtienen ahora para programas modernizadores, al final de este plazo se encontrarían en la misma situación actual de atraso relativo.
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Universidades venezolanas entre las mejores de América Latina

Ariana Guevara Gómez
El Nacional, 16/06/12

Las universidades nacionales están ahogadas por falta de recursos. Constantemente reclaman que los presupuestos no alcanzan y que recurrir a créditos adicionales produce inestabilidad. Pese a esa situación, 4 casas de estudio públicas fueron reconocidas entre las 250 mejores de América Latina. En total, 6 instituciones venezolanas fueron incluidas en la lista.

El ranking fue elaborado por Quacquarelli Symonds, empresa con sede en Londres que se encarga de proveer información sobre educación universitaria en el mundo. Desde 2004 realizan el QS World University Ranking, de referencia en varios países. El año pasado hicieron la primera evaluación en Latinoamérica.

Entre 2011 y 2012, la Universidad Central de Venezuela escaló 19 posiciones: del puesto 52 pasó al 33. Este año, de acuerdo con el ranking, la UCV es la institución venezolana con mayor puntuación. La Universidad de Carabobo fue incluida en la lista por primera vez, en la posición 201.

La Universidad Simón Bolívar, que se encuentra en el puesto 35, es la que más produce investigación entre las universidades del país: está en el lugar 17 en el ranking específico de producción de conocimiento, por encima de la Universidad Nacional Autónoma de México ­que se encuentra en el 65­.

La Universidad Católica Andrés Bello y la Metropolitana son los centros privados incluidos en el ranking. La evaluación se realiza con encuestas a las universidades y los empleadores. Se consideran siete criterios: reputación académica, imagen entre los empleadores, trabajos de investigación por facultad, menciones de las investigaciones, proporción de alumnos por facultad, profesores con doctorados e impacto en la web.

Nicolás Bianco, vicerrector académico de la UCV, dice que la inclusión de esa universidad en el ranking se debe al esfuerzo de docentes y estudiantes: "Hay muchas dificultades, pero tenemos voluntad de trabajo". Amalio Belmonte, secretario de la institución, señala que otra razón es que las áreas de investigación están muy consolidadas y que han tratado de afrontar la crisis. "Los investigadores han sido muy creativos", dice.

Manuel Aranguren, vicerrector administrativo de la Universidad de los Andes ­ubicada en el puesto 65 y en el tercero entre las instituciones venezolanas­, señala que, pese a que el presupuesto no ha aumentado desde hace 4 años, los posgrados no tienen recursos y los laboratorios están limitados, la producción se ha mantenido. "El esfuerzo humano ha sobrepasado las necesidades", asegura.

Más esfuerzos. Es cierto que se trata de un logro para Venezuela, pero, en realidad, aún falta para estar a la par de otros países. Universidades de Brasil, México y Colombia están entre las primeras 10 de la región.

Autoridades de varias casas de estudio venezolanas están convencidas de que con mayor presupuesto el país logrará una mejor posición. Bianco dice que es muy difícil competir con universidades de Brasil y México, que tienen más liderazgo. "Deberíamos estar iguales o superiores a Colombia o Perú. Aún no hemos podido mejorar los salarios de profesores o asegurar los relevos, pero somos optimistas", señala.

Belmonte agrega que en países como Brasil, Colombia y Chile existen modelos universitarios exitosos, que aún no se alcanzan en Venezuela. Indica que allí los gobiernos, las empresas privadas y las universidades trabajan juntos. "El financiamiento llega de sectores privados y públicos. La UCV tiene vínculos con Pdvsa, pero son muy limitados. Esas alianzas estratégicas permiten mejorar la calidad de las universidades y garantizar el desarrollo del país", explica.

viernes, 15 de junio de 2012

Elecciones y autonomía universitaria

Eleazar Narváez
El Nacional, 15/06/12

Un grave problema político de apariencia jurídica viven hoy cinco universidades autónomas y otras experimentales del país. Con el argumento de que éstas aún no han reformado su respectivo reglamento electoral con base en el artículo 34 de la Ley Orgánica de Educación (LOE), el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) les impide la renovación de sus principales cargos directivos. No sucede lo mismo, por supuesto, con las 23 instituciones universitarias donde sus autoridades son designadas a dedo por el Ejecutivo, de acuerdo con un criterio político y sin participación democrática de los miembros de la comunidad.

Se trata de la imposición de una reforma reglamentaria que, además de contravenir el derecho de la universidad autónoma de darse sus normas de gobierno, distorsiona el concepto de comunidad universitaria establecido en la Constitución y exacerba peligrosamente lo político en una institución cuya naturaleza es académica. Una aberración que, es conveniente no olvidarlo, formó parte de aquella propuesta presidencial de reforma constitucional que fuera rechazada con el voto popular en el referéndum del año 2007.

Tal distorsión tiene graves implicaciones. A contrapelo de lo que establece el texto constitucional en su artículo 109, el carácter académico de la comunidad universitaria desaparece en la LOE. Deja de ser una comunidad de profesores, profesoras, estudiantes y egresados y egresadas, dedicada a la búsqueda del conocimiento, para convertirse en una comunidad de profesores y profesoras, estudiantes, personal administrativo, personal obrero, egresados y egresadas, en igualdad de condiciones para el ejercicio pleno de los derechos políticos.

Con esa arbitrariedad, en la que el peso de lo académico quedaría desdibujado o muy debilitado, se sentarían las bases para que el desarrollo de la vida universitaria resulte mucho más vulnerable a prácticas políticas perversas en el seno de la institución. Éste podría ser el costo de utilizar en las universidades el mismo criterio que priva, entre otros casos, en las elecciones de alcaldes, gobernadores diputados y presidente de la República.

Estos son argumentos suficientes para que los universitarios rechacemos de manera sensata y firme los atropellos del TSJ, con los cuales, por encima de lo que ordena la Constitución, se pretende obligar a las universidades asediadas a hacer suyos los postulados políticos del régimen.

Ese rechazo debe hacerse con el aliento y la fuerza de una comunidad debidamente cohesionada, organizada y movilizada, en función de acuerdos mínimos que puedan lograr sus diversos miembros mediante el diálogo. Sin duda, esto no es algo fácil, pero hay que insistir en ello. Además, es preciso potenciarlo con la articulación de acciones con otras instituciones, tanto en el plano nacional como internacional.

Concebida así, la oposición universitaria a ese acoso judicial no debe demorarse más. No debe diferirse con el pretexto de una supuesta "tregua" dada por la Sala Constitucional, cuya decisión es preciso considerarla más bien como una respuesta política ante las posibles consecuencias negativas que podrían tener para las aspiraciones electorales del presidente Chávez, las recientes sentencias de la Sala Electoral del TSJ. La letargia no es lo aconsejable en tales circunstancias.

Asimismo, esa movilización de la comunidad en defensa de la institucionalidad universitaria ha de estar acompañada con el reforzamiento de otras iniciativas ya en marcha en algunas universidades, como ocurre en la UCV, por ejemplo, donde el Consejo Universitario y los estudiantes han decidido promover, desde una perspectiva de reivindicación de la autonomía, la discusión y búsqueda de propuestas para reformar el reglamento electoral de esa casa de estudio.

Lo que se espera es que a la cabeza de esas acciones estén todas las autoridades universitarias, con un liderazgo compartido, sin exclusiones, con los distintos gremios que hacen vida en nuestras universidades. 

jueves, 14 de junio de 2012

La Universidad como problema nacional

Vladimiro Mujica
Tal Cual, 14/06/12

Una preocupación creciente en muchos círculos de reflexión internacionales es el impacto que tienen la pobreza y la exclusión social en la seguridad y estabilidad del mundo.

Paradójicamente, una parte importante de esa reflexión tiene lugar en los países más prósperos del planeta. Muy recientemente Joseph Stiglitz publicó un libro The price of inequality, que aún no he leído pero que está en mi lista corta de obras por leer, sobre el fracaso del sueño americano y lo costoso que ha resultado para los Estados Unidos no ocuparse como sociedad de frenar el crecimiento de la exclusión e inequidad sociales. A Stiglitz se le une de manera prominente la Fundación Gates, la Fundación Clinton y otras instituciones de Europa y los Estados Unidos en señalar que ambos factores, pobreza y exclusión, son incompatibles con el desarrollo y la estabilidad de las naciones y, en última instancia, con la existencia de la democracia y la libertad.

No cabe duda de que la reflexión sobre pobreza y exclusión tiene también una larga historia en América Latina y por razones históricas buena parte de este pensamiento está ligado a una cierta izquierda que ha creado una cultura de comprensión de la pobreza como si esta fuese exclusivamente creada e inducida por agentes exógenos aliados a la burguesía criolla o por acción de esta última actuando en detrimento de las grandes masa populares.

Sin ánimo de entrar en un debate de fondo sobre un área que excede con mucho mi formación profesional, solamente me permito señalar que considero que hemos tomado una posición muy complaciente acerca del origen de la pobreza y que el atribuírsela exclusivamente a la acción depredadora y explotadora del capitalismo es una simpleza que está lejos de vivir solamente confinada a los límites del chavismo. De hecho, uno podría argüir que el no aceptar la responsabilidad que nos corresponde como sociedad en la fabricación de pobreza y exclusión es una de las razones de fondo que han generado la frustración y el resentimiento del que se ha nutrido la epopeya revolucionaria.

Hay instituciones que juegan un papel central en el combate contra la pobreza y en la construcción de prosperidad para un país. Una de ellas es la universidad. No me refiero a ninguna universidad específica sino al esfuerzo colectivo de la nación en la creación y difusión del conocimiento en investigación y educación superior. En tanto que institución creadora de valores sociales, así como los medios de comunicación y la iglesia, las universidades autónomas públicas y privadas han estado sometidas a un acoso inclemente de parte del gobierno y sus aliados para convertirlas en instituciones dóciles al servicio del proceso revolucionario.

En paralelo, el gobierno se ha ocupado de hacer crecer un sistema de educación superior no sujeto a los incómodos procesos de admisión que restringen el acceso a las universidades autónomas y que supuestamente son responsables del carácter clasista de éstas. En el camino se han creado instituciones de segunda categoría que no garantizan los estándares académicos mínimos pero que crean una ficción de acceso popular.

La conducta de acoso del gobierno a la universidad autónoma está acompañada de la asfixia presupuestaria y el estímulo poco disimulado al ejercicio de la "violencia revolucionaria" en el interior de nuestras casas de estudio. El resultado ha sido la renuncia de numerosos profesores y la salida del país de toda una generación de jóvenes venezolanos que han decidido continuar su formación fuera de Venezuela. El cuadro es tremendamente preocupante no sólo por los universitarios acorralados sino por se afecta la capacidad del país de salir de la pobreza. 

sábado, 9 de junio de 2012

UCV: sobre el voto paritario

Vicente Lecuna*
Tal Cual, 09/06/12

¿Por qué todos los profesores, egresados, empleados, obreros y estudiantes no podemos votar a la hora de escoger nuestras autoridades en las universidades autónomas venezolanas? ¿Por qué cada voto de los que sí pueden hacerlo no vale lo mismo, como cuando elegimos Presidente? ¿Por qué lo que es bueno para la pava no es bueno para el pavo? ¿Es que acaso las autoridades universitarias, y los profesores de escalafón, están por arriba de la ley, por arriba del Presidente y del Estado? ¿A cuenta de qué? Los venezolanos somos igualitaristas radicales, y chalequeamos duro al que se crea mejor. Es una de nuestras condiciones, o por lo menos a muchos de nosotros nos gusta pensarnos de esa manera.

Quién sabe por qué. Quizá sea porque no respetamos el autoritarismo, o porque no nos sacarán de la cabeza que todos valemos lo mismo, o porque no creemos que una sola persona pueda representarnos a todas, o porque despreciamos a los pretensiosos, a los que se creen imprescindibles, a los que se sienten ungidos, predestinados, resucitados, o porque estamos convencidos de que cualquiera puede ser Presidente o Rector o lo que quiera ser. Porque somos democráticos, en fin. Y en la democracia no caben los privilegios. Esa condición venezolana tiene sus problemas, es verdad, algunos graves. Pero las virtudes del igualitarismo inclinan la balanza con fuerza hacia su lado. Es mejor el igualitarismo que el elitismo, no me cabe duda.

¿Cómo es posible, entonces, que en el mero centro de la capital de un país así de igualitario se haya permitido y, peor todavía, financiado con fondo públicos durante tantos años, un sistema universitario que promueve privilegios? ¿Cómo es posible, además, que en la gran mayoría de las universidades nacionales, que no son autónomas (las llamadas experimentales), no haya elecciones para escoger a las autoridades? ¿Cómo es posible que en la joven Universidad Bolivariana de Venezuela tampoco haya elecciones? ¿Por qué en la UNEARTE, por mencionar otra joven institución, se ponen las autoridades a dedo? ¿Cómo es que este enorme bulto de autoritarismo, privilegio, desigualdad, elitismo, desconsideración y conservadurismo, ha pasado desapercibido durante tantos años, estando ahí, frente a nuestros ojos? ¿Por qué nadie ha hecho nada al respecto en ningún caso? ¿Por qué los únicos que han enarbolado la bandera del voto paritario en las universidades (que todos voten y que cada voto valga lo mismo) son los ocasionales grupos radicales que aparecen y desaparecen rápidamente, como instantáneos cometas furibundos de poquísima duración? Uno podría decir que todo esto ha sido así porque vivimos en una sociedad de cómplices. Todos sabemos que la democracia no funciona como tal, que existen privilegios, que algunos son más iguales que otros, como decía George Orwell en Animal Farm . Ante esa desagradable evidencia nos hacemos los locos, miramos para otro lado. En Venezuela, el rey está desnudo desde hace mucho años, pero no ha llegado todavía el niño que grite "el rey está desnudo" frente a la gente. Todos estamos en deuda, todos participamos de la comedia. Vivimos de las apariencias y ahí vamos. Y las universidades autónomas y experimentales son apenas una parte de esa sociedad de cómplices y de privilegios.

Ni más ni menos. Hay otras partes peores, si a ver vamos, mucho peores, como la Fuerza Armada Bolivariana.

Uno también podría decir que en el caso de las universidades autónomas no nos hemos equivocado: que están bien, que no es ningún bulto de privilegios, que es correcta la definición del padrón electoral que no incluye empleados ni obreros, y que privilegia el voto de los profesores de escalafón. Uno podría decir que esto es así porque lo que se debate en las elecciones de una universidad autónoma no es un derecho civil, ni mucho menos un derecho político en el sentido clásico. En las universidades autónomas tenemos el derecho de elegir nuestras autoridades, de acuerdo al sistema que nosotros consideremos. Según esto, no se puede pensar que el derecho universal al voto en el caso de las elecciones presidenciales es equivalente al derecho al voto en una universidad. Una universidad no es un país, ni un estado, ni un municipio, ni nada que se le parezca. Decir que una cosa equivale a la otra es un error. Son peras y manzanas, rectores y presidentes. Es un error que suele cometerse de manera deliberada, para manipular, para causar zozobra, para destruir, para producir resentimiento, rencor, para reducir un espacio independiente y progresista, de izquierda, como la UCV, en una sociedad como la nuestra, que cada día se hace más dependiente, más manipulada, más resentida y más de derecha.

Es un error fácil de comunicar.

La universidad es una institución que tiene por meta la producción de conocimiento. De los derechos civiles y políticos de los ciudadanos se encargan, o más bien se deberían encargar (porque no lo hacen, en realidad), otras instituciones. Nosotros nos encargamos del conocimiento. Y eso es otra cosa. Según esta segunda opinión, pensar que todos los estudiantes, empleados, obreros y profesores deben votar para elegir a las autoridades universitarias, y que cada voto debe valer lo mismo, es tan disparatado como pensar que solamente los ingenieros, por decir algo, deben votar a la hora de elegir al Presidente de la República. Uno también podría decir que existe una tercera opinión: que la misma universidad autónoma decida cómo quiere que sea la cosa de las elecciones de sus autoridades, de acuerdo con sus propios criterios. Esta segunda y tercera opiniones no son tan fáciles de comunicar, son menos demagógicas, piden más tinta y saliva, más imagen, más trabajo. Y eso hay que hacerlo.

Lo que de verdad no tiene ningún asidero, ninguna explicación, lo que significa una de las contradicciones más grandes de este mal gobierno que tenemos desde hace demasiados años, es que ningún ministro, ni ningún diputado del oficialismo, ni ningún líder estudiantil o profesor universitario que apoye al gobierno, diga nada sobre elecciones en la Universidad Bolivariana de Venezuela ni en la UNEARTE, ni en ninguna universidad experimental. Es como que supusieran que está bien que las autoridades se pongan a dedo.

¿Por qué piden tanta elección a las autónomas y ni se quejan de las experimentales? ¿Cómo anda la UNEY, por cierto? Este detalle demuestra, otra vez más, el talante autoritario, arbitrario, centralista, oportunista y mediocre del gobierno de turno.

*Director de la Escuela de Letras de la UCV

miércoles, 6 de junio de 2012

Reforma arbitraria y perversa

Eleazar Narváez
Tal Cual, 06/06/12
 
Son muy graves las implicaciones de la reforma reglamentaria electoral que el TSJ quiere imponerles tanto a las universidades autónomas como a las experimentales. Además de representar la imposición de una arbitrariedad, violatoria de la Constitución y la vigente Ley de Universidades, esa reforma, al fundamentarse en el numeral 3 del artículo 34 de la LOE, constituye una aberración que podría contribuir al deterioro progresivo de la vida académica de esas instituciones por el camino de la exacerbación de ciertas prácticas políticas en las mismas.

No solamente se pasaría por encima de lo que establece el texto constitucional en cuanto a la potestad de las universidades autónomas de darse sus normas de gobierno, también se distorsionaría una idea esencial que aquel consagra en su artículo 109: la Universidad como una comunidad de profesores, profesoras, estudiantes, egresados y egresadas, dedicada a la búsqueda del conocimiento para beneficio espiritual y material de la Nación. Pues, de acuerdo con la LOE y a contrapelo de esto último, los integrantes de la comunidad universitaria son los profesores y profesoras, los estudiantes, el personal administrativo, el personal obrero y los egresados y las egresadas, a quienes se les otorgan garantías para el ejercicio pleno y en igualdad de condiciones de los derechos políticos en la elección y nombramiento de las autoridades universitarias.

Esa arbitraria definición y constitución de la comunidad universitaria se centra en lo político. La naturaleza académica de la institución universitaria no cuenta. En tal sentido, las autoridades de la misma podrían elegirse por personas cuyos votos tienen el mismo peso. No importa la relación ni el nivel de compromiso de esos electores con la elevada función que está llamada a cumplir toda universidad en torno al conocimiento y al saber.

No se considera la menor o mayor formación académica y experiencia de quienes tendrían la responsabilidad de elegir a los que ejercerían cargos directivos en dicha institución. Como si los derechos en este ámbito son de carácter político, tal como está establecido, entre otros casos, en las elecciones de alcaldes, gobernadores diputados y presidente de la República.

Habría que preguntarse si la definición de la comunidad universitaria en esos términos, con el paso del tiempo no le abrirá las puertas a prácticas políticas indeseables que podrían deteriorar las condiciones requeridas para el buen desarrollo de la vida académica y, en general, para un saludable y efectivo ejercicio de la autonomía en nuestras universidades.

Estas razones son suficientes para que la universidad autónoma y otras casas de estudio no claudiquen ante lo que evidentemente representa un problema político de apariencia jurídica. No olvidemos que esa misma arbitrariedad ya fue rechazada como parte de la propuesta de reforma constitucional derrotada con el voto popular en el referendo del 2007.

¡Organización y movilización de la comunidad son la clave!