Luis Ugalde
El Nacional, 10/02/11
Me temo que el necesario debate por una universidad actualizada del siglo XXI con producción de conocimiento profesional, compromiso social y valores ciudadanos democráticos, sea suplantado por un torneo de demagogias con fórmulas disparatadas.
No se conoce ninguna universidad en el mundo (capitalista o comunista) cuya buena calidad se deba a la elección de autoridades paritariamente por todos los que de alguna manera formaron o forman parte de la universidad. Pero esa es la receta "revolucionaria" que algunos proponen.
No se conoce ninguna universidad en el mundo (capitalista o comunista) cuya buena calidad se deba a la elección de autoridades paritariamente por todos los que de alguna manera formaron o forman parte de la universidad. Pero esa es la receta "revolucionaria" que algunos proponen.
La universidad por su propia naturaleza es igualadora en oportunidades y diferenciadora en los resultados personales. Evalúa de forma diferenciada a los estudiantes y profesores, y los cargos deben asignarse de acuerdo con las evaluaciones y capacidades demostradas. La universidad también es participativa con formas variadas de responsabilidad compartida y de cogobierno, que ni empiezan ni terminan en lo electoral.
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