Aurora Lacueva Teruel
Últimas Noticias, 01/02/11
Desde el Gobierno se ha planteado como un "inmodificable" de la Ley de Educación Universitaria el libre ingreso al nivel para cualquier bachiller que lo desee. Se trata de un propósito justo y con potencial de beneficio social. Lo único es que hay que aplicarle la matemática, como a menudo recomienda el Presidente: se requiere analizar qué implica en términos de inversión pública y dónde se ubica en relación con otras necesidades de la sociedad venezolana de hoy, como salud, vivienda o educación básica.
No hace falta tener cualidades excepcionales para cursar una carrera. Cualquier persona normal puede hacerlo con tal de que esté dispuesta a estudiar y cuente con un bachillerato al menos de mediana calidad. Incluso si su bachillerato tuvo fallas, las mismas pueden subsanarse en parte con un programa de refuerzo antes de empezar las materias universitarias, o paralelo a ellas. Una población con muchos graduados de nivel terciario es un valioso activo para cualquier sociedad, en lo sociopolítico, lo cultural y lo económico. Y para cada persona significa enriquecimiento de la vida, nuevas posibilidades laborales y el logro de aspiraciones.
Pero el punto es que se establece el ingreso universal al nivel superior cuando todavía falta bastante para lograr el ingreso universal al nivel medio y al inicial, siendo estos obligatorios. 60% de la población de edades correspondientes se encuentra fuera de la educación media luego del tercer año: más de 700 mil jóvenes. Aunque es verdad que algunos estarán en años inferiores o superiores, y otros puede ser que se encuentren en la Misión Ribas -alternativa no deseable en su caso-. Mientras tanto, en el nivel preescolar, clave para una escolaridad exitosa, hay todavía 30% de los niños y niñas fuera (datos de 2008-2009).
Vale la pena el esfuerzo de crecer en todos los niveles a la vez, pero no se debe frenar en inicial y media para poder acelerar en universitaria. De ser necesario, una solución temporal para la entrada a la universidad sería seleccionar por cuotas asegurando la presencia de los bachilleres con mejores aptitudes y desempeño según el estrato socioeconómico. Esa opción protegería a muchos jóvenes que han logrado culminar la educación media a pesar de grandes desventajas.
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