Tulio Ramírez
Tal Cual, 23/02/11
Pensar la universidad en el marco de la sociedad del conocimiento, supone dibujarla moderna, dinámica, con capacidad de asumir el paradigma que privilegia la formación del talento humano y la investigación como acicate del desarrollo. Por supuesto, esto implicaría enrumbar el país hacia formas de sustento basado en la generación de conocimiento y no en la exportación de materias primas. Si esta fuera una estrategia de Estado, la universidad venezolana jugaría un papel de singular importancia, coadyuvando con un proyecto de país producto de un gran acuerdo nacional que trascendería programas transitorios, de gobiernos también transitorios. De ser así, universidad y gobierno, se deben complementar para modernizarse una, y proveer el músculo financiero, el otro, con el objetivo de hacer posible a mediano y largo plazo superar la dependencia del ingreso petrolero e introducirnos competitivamente en un mundo que no espera los milagros de la naturaleza para sobrevivir. Este objetivo requiere de gobiernos que no vean a la universidad como un espacio que deben controlar.
No se trata de pretender que sea inmaculada o virginal, no, la universidad como lugar de debate libre debe incursionar necesariamente en LO POLÍTICO a través de su doctrina para señalar a los gobernantes los equívocos o aciertos de su gestión, pero no convertirse en un actor más de LA POLÍTICA, entendida esta como acciones tendientes a la toma del poder en una sociedad.
No se trata de pretender que sea inmaculada o virginal, no, la universidad como lugar de debate libre debe incursionar necesariamente en LO POLÍTICO a través de su doctrina para señalar a los gobernantes los equívocos o aciertos de su gestión, pero no convertirse en un actor más de LA POLÍTICA, entendida esta como acciones tendientes a la toma del poder en una sociedad.
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