sábado, 5 de febrero de 2011

La elevada estatura de la voluntad

Víctor Guédez
El Nacional, 05/02/11
Rafael Fernández Heres vivió para convertirse en un permanente recuerdo y sólo mueren aquellos que se olvidan. Muy alejado del olvido y muy consustanciado con nuestra memoria estará quien, en vida, fue un personaje excepcional. 

Él vivió volando y, aún más importante, estuvo volando siempre para ayudar a volar a quienes con él compartíamos trabajo y amistad. Mantuvo siempre la voluntad inconmensurable de elevarse hacia donde se rompieran las limitaciones y se solventaran las adversidades. Esa voluntad y esa conquista de la elevación procedieron siempre de la disponibilidad combinada de parejas de alas que aseguraban su vuelo hacia destinos prefigurados. 

Desde la perspectiva de sus creencias hizo uso de un ala asociada con su fe religiosa y otra inscrita en el trabajo ansioso y ambicioso de quien asumió los compromisos con pasión. Su fe le reportaba una extraordinaria predisposición hacia el optimismo más desproporcionado. Este predominio lo acompañó hasta hace pocos años, en los cuales fue afectado por dolencias físicas, así como por un profundo dolor de patria. 

Su inquebrantable fe siempre estuvo aparejada con la actitud voluntariosa de alcanzar todas sus metas. Rafael Fernández supo lograr todo lo que pretendía. Quiso ser Ministro de Educación y fue Ministro de Educación, quiso ser Doctor y alcanzó su grado de Doctor, quiso ser miembro de la Academia de la Historia y fue académico de la historia; pero, además, quiso tener una familia digna y tuvo una familia digna, así como quiso tener muchos amigos fieles y tuvo muchos amigos fieles.

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