Antonio José Monagas
El Universal, 02/02/11
La Universidad simboliza un imponente espacio académico donde confluyen las ideas que apuestan al cambio social, político y económico de la nación. La transformación de la sociedad concierne a sus intereses. De ahí que sus realidades animan y concilian propuestas de quienes se suman a los momentos que impulsan su institucionalidad. Tanto que su definición es grandiosa cuando exalta no solo la condición espiritual del hombre. Además su vitalidad de cara al desarrollo que su dimensión cognitiva permite aportarle con base en la ética y la moralidad. Valores sobre los cuales exhorta su participación ante un mundo en construcción.
Si entender la Universidad envuelve este sentimiento traducido en la amplitud de un ejercicio académico trazado sobre la encomiable búsqueda de la verdad, no hay duda de que la institución comprende bondades que solamente pueden forjarse cuando el pensamiento adquiere connotación mediante el debate democrático para lo cual es imprescindible la autonomía universitaria y las libertades académicas que refuerzan tan magnánimo estado de actitudes y respuestas. Debatir, constituye la puerta al entramado en donde la concordancia, la fraternidad y la inteligencia se alían para allanar los terrenos anegados por la intolerancia y la mediocridad. Así podría esculpirse el futuro, a partir de compromisos asumidos en nombre de la ciencia, la educación y la cultura. Por eso el debate universitario, deviene en infranqueables oportunidades ante las cuales el conocimiento, y las intenciones de moldear la Universidad como sujeto de una historia de prosperidad nacional, sabrán sobreponerse a las contingencias toda vez que como factores de descomposición en todos los órdenes del funcionamiento republicano. Sólo así es posible entender la Universidad.
Si entender la Universidad envuelve este sentimiento traducido en la amplitud de un ejercicio académico trazado sobre la encomiable búsqueda de la verdad, no hay duda de que la institución comprende bondades que solamente pueden forjarse cuando el pensamiento adquiere connotación mediante el debate democrático para lo cual es imprescindible la autonomía universitaria y las libertades académicas que refuerzan tan magnánimo estado de actitudes y respuestas. Debatir, constituye la puerta al entramado en donde la concordancia, la fraternidad y la inteligencia se alían para allanar los terrenos anegados por la intolerancia y la mediocridad. Así podría esculpirse el futuro, a partir de compromisos asumidos en nombre de la ciencia, la educación y la cultura. Por eso el debate universitario, deviene en infranqueables oportunidades ante las cuales el conocimiento, y las intenciones de moldear la Universidad como sujeto de una historia de prosperidad nacional, sabrán sobreponerse a las contingencias toda vez que como factores de descomposición en todos los órdenes del funcionamiento republicano. Sólo así es posible entender la Universidad.
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