Willians Barreto
Tal Cual, 23/11/10
Tal Cual, 23/11/10
Uno de mis profesores en la Universidad de Oriente me contó lo siguiente. "Yo, novato, estaba ayudando a un estudiante avanzado a tomar datos para un experimento con el generador de Van de Graaff. El procedimiento era largo: ajustar el voltaje, bombardear el blanco y dejar que los instrumentos acumularan datos y luego vaciar los números a memoria fija.
Durante varias horas, el otro estudiante estaba graficando grosso modo los valores de un canal en particular de los datos. Mientras el voltaje del Van de Graaff aumentaba poco a poco, se iba formando, punto por punto, un pico en su gráfico. Era muy tarde y estábamos cansados, pero hasta yo sentía la tensión que se estaba formando alrededor. Finalmente se volteó hacia mí, con la cara roja, sudor en la frente, pupilas dilatadas, y dijo: ¡esto es mejor que el sexo! Y en cierto sentido, tenía razón. De los miles de millones de personas en el planeta, él era el único, verdaderamente el único, que sabía que aquella especie de núcleo tenía una resonancia a precisamente esa energía. Una verdad universal, válida para todos los núcleos en el universo de esa especie. Claro está, esa era una verdad muy pequeña, pero engloba la esencia de la ciencia. Si una persona no ha experimentado esa clase de epifanía, esa clase de revelación íntima, no conoce la ciencia. En ese sentido, la ciencia es incomprensible para la vasta mayoría de los seres humanos".
No hace falta explicar la ciencia a quienes pretenden saberlo todo, mostrando un enorme ego y poca monta para dirigir el país. Quien lo sabe todo merece el castigo de jugar rojo per secula seculorum, pero en franca minoría.
Ellos saben mejor que cualquier científico que el programa de estímulo a la investigación conocido como el PPI contempla niveles de clasificación según el tamaño de una dilatada barriga cervecera. O que a través de los programas de municipalización de la ciencia, tendrá el más alto escalafón en el barrio el científico-parroquia que acumule más tripones para la patria nueva.
Un amigo poeta, colega en la Universidad de Los Andes, nos hace reflexionar a profundidad sobre la necesidad de ciencia y poesía para Venezuela. "...en lugar de ser destruidos los programas como el PPI-, deberían perfeccionarse y expandirse al resto de la sociedad. Me parece que en este país hace falta más ciencia y menos delirio, más poesía (en el sentido profundo de la palabra) y menos lenguaje rimbombante; más acciones guiadas por la clara conciencia de la complejidad de lo real y menos gestos amparados en la visión simplista de las doctrinas (por desgracia estas exigencias también deben hacerse a quienes se llaman opositores). La ciencia y la poesía son indispensables para reconciliar las palabras con el mundo, que es condición para las demás reconciliaciones".
Tal Cual
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