miércoles, 17 de noviembre de 2010

Universidad e investigación

Ángel Lombardi Boscán
Tal Cual, 24/11/10

U
n espectro recorre los pasillos universitarios... Y no es otro que el que lleva por nombre: la desmoralización y el desencanto. La inteligencia y el pensamiento crítico e independiente, son percibidos por el actual gobernante, como una amenaza a su pretensión continuista.

En consecuencia, se suprime el exitoso Programa de Promoción al Investigador (PPI) y los investigadores universitarios son tildados de cómodos burgueses que actúan de espaldas a los problemas del país. Las investigaciones que llevan a cabo los universitarios carecen de "pertinencia social" y de un plumazo se les descalifica sin tener siquiera un derecho a réplica.

El castigo es inmisericorde a través de unos sueldos de hambre y la drástica reducción del presupuesto que a las universidades se les asigna para investigar y cumplir con la docencia y la extensión. Las universidades públicas y autónomas, las llamadas históricas, han pasado a ser agentes de la contrarrevolución, y por lo tanto, sospechosas.

Hoy día la ciencia y el conocimiento se han universalizado y necesitan circular para legitimarse. Investigador que no confronte sus avances con sus otros pares y colegas queda rezagado y al margen de los nuevos descubrimientos que se van realizando en las distintas áreas del saber.

La estrategia gubernamental es clara e indisimulada. Hacer perecer a las universidades soliviantando sus propias debilidades y contradicciones. La intervención es por los momentos, onerosa, y hasta contraproducente, políticamente hablando, aunque no hay que descartarla dada la naturaleza del régimen.

Nuestras universidades paquidérmicas son reacias a las transformaciones creativas. Una rutina sin gloria nos ha llevado a la exclusiva defensa del salario, menoscabando aspectos esenciales que nos definen, como lo es el apuntalamiento de lo académico. El gasto fijo anula al variable. Y la inversión en el rubro de la vigilancia es en algunos casos hasta mayor de la que se asigna a la propia investigación, un auténtico exabrupto. El gasto universitario no termina de priorizarse en aquello que le compete, y en cierto sentido, convalidamos las críticas de los detractores de la Universidad.

Si el PPI fue clausurado unilateralmente por el Gobierno Central, lo que nos toca hacer, con todo y el presupuesto universitario disminuido, es el de relanzarlo a lo interno de cada Universidad.

Creando los estímulos mínimos necesarios para que nuestros investigadores vuelvan a ser productivos y logren las metas que se esperan de ellos.
Tal Cual

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