Últimas Noticias, 21/11/10
No es fácil entender la dinámica universitaria, especialmente de la UCV, si no ha habido una vivencia importante al interior de la misma.
El viernes 12 del mes en curso, la universidad democrática volvió a demostrar que, en su interior, la mayoría de sus estudiantes son demócratas. Al lado de los jóvenes, estamos la mayoría de los profesores, los empleados y hasta los obreros. La institución, y su personal, no importa a cuál sector pertenezca, comulga con la idea de la trascendencia de la democracia universitaria. De allí surge la universidad democrática, esa que "vence las sombras" como lo dice su himno.
Fue, la jornada del 12 de noviembre, de provocaciones y retos para la democracia universitaria. Los violentos pusieron bombas, agredieron, se destrozaron votos, rompieron enseres, insultaron, pero no pudieron lograr su objetivo: paralizar el proceso de votaciones; sabían que estaban perdidos. Mientras no se salgan de ese dogma infame que les corroe el cerebro, no van a entender nada y mientras pretendan imponer por la fuerza su esquema ideológico seguirán siendo derrotados democráticamente. Por eso, intentaron sabotear las elecciones.
Una vez que entras al campus universitario, se nota, a pesar de los oficialistas y los violentos, que se respira democracia, tolerancia, diálogo, respeto, como dice nuestra Rectora Magnífica: "Hay cultura de paz". Tal como lo señalaba en el artículo anterior, esa "cultura de paz", ese respeto y esa tolerancia no son gratuitos. Fueron años de enseñanza y aprendizaje para toda la institución, desde el momento mismo cuando se le dio autonomía a la universidad, en 1958, el debate, la polémica, las discusiones y las reflexiones tuvieron cabida al interior del alma máter. En oportunidades los foros, los debates, las mesas redondas se salían de lo previsto. Hubo que recuperar espacios de convivencia para poder seguir adelante.
Particularmente, fuerte y doloroso fue el período de la renovación académica universitaria. Quedaron heridas terribles. Algunas sanaron, otras no. El problema estriba en que muchos de quienes hoy figuran del lado oficialista no tienen ni idea de lo se ha vivido en la universidad, también muchos jóvenes de la disidencia ignoran lo que entonces ocurrió. Tendríamos que volver a contar esas historias, a la manera china, como decía siempre Adolfo Herrera: "Antiguos cuentos, vueltos a contar".
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