Juana Vázquez
EL PAÍS, España, 20/11/10
EL PAÍS, España, 20/11/10
Hace unas semanas, la Real Academia de la Lengua Española (RAE) hizo de "puente entre el siglo XVII y el XXI poniendo al mejor Cervantes al alcance de la mastondóntica plataforma audiovisual de Google", como informó este periódico. Sin embargo, la RAE, en muchos otros aspectos fundamentales, no ha entrado todavía en el siglo XXI ni ha hecho ese puente entre el pasado, el presente y el futuro.
Solo siete mujeres, frente a más de 1.000 hombres, se han sentado, o se van a sentar próximamente, en uno de los 46 sillones de los que consta la RAE desde su fundación en 1713. La fallecida Carmen Conde (1979) fue la primera mujer académica. Habían tenido que pasar casi tres siglos para que ingresara una fémina en esta docta casa. Le siguieron la también fallecida Elena Quiroga (1983), Ana María Matute (1996), la historiadora Carmen Iglesias (2001), la científica Margarita Salas (2002), y la filóloga Inés Fernández Ordóñez (2008), electa. La escritora Soledad Puértolas (2010), que, previsiblemente, leerá mañana su discurso de ingreso, sobre los personajes secundarios de El Quijote, será la mujer número siete en ingresar en tan venerable institución.
Cada vez que he asistido en estos últimos años a algún discurso de ingreso de un nuevo miembro en la Real Academia Española, este panorama tan anacrónico e incomprensible me ha producido una impresión esperpéntica. En el estrado de tan digna institución, prácticamente solo había hombres, alrededor de una cuarentena, los "sabios académicos", y tan solo tres mujeres: Ana María Matute, Carmen Iglesias y Margarita Salas. Algo insólito en estos tiempos, en que la mujer ha alcanzado, o está a punto de alcanzar -por lo menos en las instituciones públicas- su igualdad con el hombre en todos los tramos del poder. En definitiva, de ser tanto unos como otros, personas sin más etiquetas ni discriminaciones.
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Solo siete mujeres, frente a más de 1.000 hombres, se han sentado, o se van a sentar próximamente, en uno de los 46 sillones de los que consta la RAE desde su fundación en 1713. La fallecida Carmen Conde (1979) fue la primera mujer académica. Habían tenido que pasar casi tres siglos para que ingresara una fémina en esta docta casa. Le siguieron la también fallecida Elena Quiroga (1983), Ana María Matute (1996), la historiadora Carmen Iglesias (2001), la científica Margarita Salas (2002), y la filóloga Inés Fernández Ordóñez (2008), electa. La escritora Soledad Puértolas (2010), que, previsiblemente, leerá mañana su discurso de ingreso, sobre los personajes secundarios de El Quijote, será la mujer número siete en ingresar en tan venerable institución.
Cada vez que he asistido en estos últimos años a algún discurso de ingreso de un nuevo miembro en la Real Academia Española, este panorama tan anacrónico e incomprensible me ha producido una impresión esperpéntica. En el estrado de tan digna institución, prácticamente solo había hombres, alrededor de una cuarentena, los "sabios académicos", y tan solo tres mujeres: Ana María Matute, Carmen Iglesias y Margarita Salas. Algo insólito en estos tiempos, en que la mujer ha alcanzado, o está a punto de alcanzar -por lo menos en las instituciones públicas- su igualdad con el hombre en todos los tramos del poder. En definitiva, de ser tanto unos como otros, personas sin más etiquetas ni discriminaciones.
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