Eleazar Narváez
Sin duda alguna, la rendición de cuentas es un invalorable instrumento que tenemos a nuestra disposición. Pero eso sí, hablamos de la rendición de cuentas en una perspectiva pluridimensional y concebida en una Universidad convencida de la necesidad fundamental de potenciar el ejercicio autonómico de manera permanente. En modo alguno la entendemos en el marco estrecho de una concepción administrativa basada solamente en el afán del control en la asignación y el uso de los recursos institucionales. Tampoco la vemos con un propósito punitivo y ajeno al principio de autonomía universitaria.
Nos referimos a la rendición de cuentas como un valioso recurso para hacer más visibles las realizaciones de la Universidad en el cumplimiento de sus actividades de docencia, investigación, extensión y gestión; para transparentar más sus procedimientos y acciones en la administración de los recursos que utiliza; para brindarle a la comunidad universitaria y a la sociedad la información necesaria; para propiciar una mayor cooperación e integración en el desarrollo de la labor universitaria; y, asimismo, para promover una cultura de participación ciudadana y obtener mejores resultados de gestión.
Pensamos que, así concebida, la rendición de cuentas puede contribuir a generar una mayor confianza de la comunidad universitaria y del país en el ejercicio de la autonomía por parte de nuestra institución. Ayudaría a potenciar ese principio consustancial de la universidad en la medida en que la importancia del mismo pueda valorarse más con la consecución de una mayor visibilidad institucional.
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