sábado, 15 de enero de 2011

Abrir las universidades

Javier Biardeau
El Nacional, 15/01/11
T iempo de reflexión y debate democrático-instituyente.  
"El tiempo de la reflexión es, asimismo, la oportunidad de una vuelta sobre las condiciones mismas de la reflexión, en todos los sentidos del término, como si con ayuda de un nuevo aparato óptico se pudiera por fin ver la vista, no sólo el paisaje natural, la ciudad, el puente y el abismo, sino también `telecopar’ la vista." (Derrida: Las pupilas de la universidad. El principio de razón y la idea de la universidad.) Para debatir una noción histórica tan problemática como la de "autonomía universitaria", no hay que restringir exclusivamente el debate a una memoria histórica de corto vuelo, a una suerte de tradición parroquial ni a los clivajes amañados del capitalismo y el socialismo en clave de vulgarización ideológica y de coyuntura inmediata, sino excavar a fondo las relaciones entre despotismo y libertad, entre autoritarismo y democracia, entre la superstición y la ilustración en sociedades que siguen oscilando entre proyectos de modernización refleja y proyectos de autoafirmación colectiva, por vías que rememoran lo que el antropólogo nuestro-americano Darcy Ribeiro denominó o la "actualización histórica" o la "aceleración evolutiva"; y más allá de estos términos, la posibilidad de autodeterminación colectiva de una sociedad que se reconoce como multiétnica y pluricultural. 

Y sobre todo, hay que abordar el espinoso asunto de la crisis de la modernidad y de la civilización tecno-científica a ella asociada, explorar en este contexto los asuntos de la posmodernidad, la colonialidad y la liberación; y sobre todo colocar en la mesa, el estatuto de los "saberes, conocimientos y la información" en estas coordenadas de debate político-cultural, revisitar un nuevo giro crítico sobre la misma ilustración nacida de las entrañas de la modernidad eurocéntrica, reconocer nuestros proyectos históricos tras las máscaras de la servil imitación a grandes narrativas ideológicas del sistemamundo moderno (conservadores, liberales y radicales) y a su reempaquetamiento como "democracia gobernable", modelo funcional a los intereses globales de los "capataces del Pentágono", que nos han dominado y constituido como "sujetos universitarios"; muchas veces como simples mandarines-repetidores de guiones, denominados "competencias argumentativas, humanísticas y tecno-científicas", "formadores de cuadros científicos y técnicos" al servicio... ¿de qué o quiénes?; pero que no dejan de ser síntoma de profundos fenómenos de simulacro intelectual, científico y cultural. La pregunta central es si en las universidades existe hoy lo que Derrida ha denominado, "comunidades de pensamiento" capaces de repensar sus fundamentos, justificaciones, finalidades y responsabilidades.

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