Andrés Stambouli / Eduardo Puertas
El Nacional, 21/01/11
Estimado amigo: lúcido y pertinente artículo que espero nuestros colegas universitarios allegados al Gobierno, con sentido de universidad por encima de cualquier otra consideración, lean cuidadosamente y saquen las conclusiones del caso para lograr que esta "ley" sea profundamente modificada y, por qué no, a partir de los valores y criterios que expones: calidad y universalidad del conocimiento sin etiquetas unidimensionales, democratización sensata, acorde con lo esencial académico, lejana de cualquier iniciativa que conduzca al tumulto destructivo, equidad para la inclusión sin falsas e insostenibles promesas de "apertura total" que sólo conducen a la frustración colectiva. El punto de partida debe ser la interiorización de la paradoja que expones: desde dentro, la universidad difícilmente cambia, aunque no es imposible, digo yo, y conozco casos; desde fuera, por imposición gubernamental, por cualquier gobierno, la cosa resulta nefasta, inviable e innecesariamente conflictiva. De este modo se impondrá como método de acción para las transformaciones y actualizaciones permanentes de la universidad el diálogo y el debate sin otras intenciones que la universidad misma. Está claro que la unanimidad es ilusoria, al igual que la ausencia de conflictos, pero al menos esta vía propende al entendimiento de los muchos, a la consideración e inclusión de los pocos y a la reducción del conflicto y el malestar destructivo. ¿Será posible?
Andrés Stambouli *Universidad Metropolitana |
|
Leo vuestro artículo y si me exiges un resumen, tengo que ser lugar-comunista: "Ni lo ni lo otro... sino toda lo contrario", frase que lo resume todo. No encontré correlación entre la cita que haces de Morin (Mon Chemin) y tu extenso conjunto de caracteres tipográficos. Probablemente (intuición postetílica) lo escribiste en el calor decembrino pergeñado por un desencuentro entre razón y pasión. Qué cosas. Atacas ambos frentes: exógeno y endógeno... pero no concretas. Toda una sarta de críticas para no aportar idea alguna que permita "sacarnos del tremedal". Ya Borges (el gran Borges, no el patiquín de Cacao) lo dijo: "Mira bien a tus enemigos... terminarás pareciéndote a ellos". Permitidme un consejo, profesor. 2011 es año del gato, animal que derrocha energías e inteligencia. Este periodo convoca a la creatividad. Estos doce meses exigen de los "trabajadores académicos" producción de ideas. Los diagnósticos quedan en el pasado. Tienes un gran espacio "amúltiplesmanos" en el cual tus lectoadmiradores esperamos una secuencia impecable de planteamientos para transformarnos a nosotros mismos. ¡Au revoir, mon professeur! ¡Buen año!
Eduardo Puertas **UDO/Cumaná |
|
Amigos: Emblemático el contraste de percepciones sobre un mismo asunto. Con ambos colegas tengo grandes diferencias de criterios, pero uno y otro sostienen visiones muy distintas sobre lo que planteamos (no sólo en un artículo sino en un largo trayecto ampliamente documentado). Rescato por encima de todo el papel del diálogo y el debate como palancas constructoras del piso mínimo de la gobernanza. Aquí se juega la capacidad de negociar conflictos, el arte de viabilizar espacios contradictorios, la voluntad política de trascender los precarios límites de las parcelas. Cuando falta ese entrenamiento cotidiano de la democracia verdadera, entonces aparecen los fantasmas de la violencia y la arbitrariedad. En Venezuela es muy fácil que un conflicto cualquiera derrape en violencia pura y dura: sea que la derecha histérica se enfurezca, que el fundamentalismo de los tirapiedras se desborde o que los aparatos burocrático-despóticos del Estado se pongan de mal humor. En todos los casos son malas noticias para la convivencia diferencial del pensamiento múltiple, para que la universidad se empine por encima de las trifulcas inferiores, para que el reconocimiento del otro sea el punto de partida de un "nosotros" por construir. Recupero, pues, el tono constructivo de la reacción de Andrés visualizando en ella la tónica de muchísima gente que quisiera expresarse. R. Lanz |
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario