domingo, 2 de enero de 2011

Universidad: algo anda mal

Rigoberto Lanz
El Nacional, 02/01/11
 
E l amigo Cristovam Buarque sostiene que la universidad lleva un milenio sin cambiar, haciendo esencialmente lo mismo. Esa curiosa cualidad contribuye poderosamente a remachar su proverbial propensión a conservar lo dado, al simulacro de "revolver las aguas para que parezcan más profundas, al tremedal que es finalmente el destino de lo intrascendente". Desde allí entiendo, por ejemplo, el escepticismo con el cual el amigo Orlando Albornoz otea el futuro del mundo académico; en verdad no hay por dónde agarrarse para prefigurar algún escenario razonablemente esperanzador.

Desde hace décadas he sostenido que la universidad no es autotransformable. Ella carece de las fuerzas intelectuales y éticas para propulsar por cuenta propia una mutación significativa. Pero también he sostenido ­con la misma convicción­ que los gobiernos son los peores agentes de cambio cuando de universidad se trata. En ningún lugar del mundo se ha producido una transformación universitaria que valga la pena en manos de algún gobierno. Todo lo que se ha hecho históricamente (Pinochet es el recuerdo más macabro) ha sido catastrófico. ¿Entonces? El juego luce trancado: la universidad permanece impávida y los gobiernos es mejor que estén bien lejos.

De lo anterior no se colige que el gobierno permanezca indiferente. Al contrario: la crítica más recurrente a la inopia del gobierno respecto a la crisis del sistema universitario en todos estos años es justamente la ausencia de políticas de Estado con un mínimo de coherencia y sostenibilidad (para desgracia de los movimientos de izquierda en el seno de las universidades que no han podido levantar cabeza). El asunto es otro, se trata de hacer visible una concepción de la universidad donde la cuestión de la equidad y la democratización, por ejemplo, no terminen machacando lo que es esencial en estos espacios: producir el pensamiento que comprenda nuestra realidad, generar el conocimiento que vibra que con el mundo y con lo que somos, contribuir desde allí a densificar una cultura democrática para la convivencia de lo múltiple. 

1 comentario:

  1. si la universidad no puede cambiar desde adentro, y los cambios desde afuera, impuestos por el gobierno tampoco han dado resultados, según el profesor Rigoberto Lanz, pareciera que no hay salida posible al problema. a lo que cabe preguntarse si puede entrar en el juego la verdadera participación académica, donde se le de cabida a todos, porque pareciera que el problema radica en en las universidades la verdadera democracia no existe; las decisiones las toma un grupo que excluye a otros; es decir, no escuchamos al "otro", ese que tiene ideas distintas a las mías, que propone alternativas que no cuadran con las mías y las de mi grupo, tanto de uno como de otro lado. así no vamos a ninguna parte. y pretender, como quiere el gobierno abrir el debate fuera de las universidades, sería difícil, porque la realidad universitaria no es una cuestión que sea debatida por quienes ni siquiera la conocen.

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