Juan Páez Ávila
Tal Cual, 10/01/11
La aprobación de la nueva Ley de Educación Universitaria, que transfería al ministro todas las facultades que antes ejercían el Consejo Nacional de Universidades, los Consejos Universitarios y de Facultades, es un viejo experimento que fracasó en la Cuba de Fidel Castro, al concentrar poderes del conocimiento, de la cultura y la investigación en una persona, que por más genial que sea, lo cual no parece ser el caso venezolano, no puede sustituir a decenas o centenares de profesores electos entre los de mayor rango académico y en la mayoría de los casos entre los de mejor calificación científica, tecnológica o humanística. Con los muy discutibles rendimientos alcanzados por las universidades creadas por este gobierno, como la Bolivariana y la Unefa, los más altos funcionarios en materia de educación no han demostrado tener la capacidad y el dominio de los requerimientos académicos, para ser un ejemplo de eficiencia científica en la construcción de un modelo universitario que contribuya con el desarrollo sustentable del país.
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