Luis Fuenmayor Toro
La Voz, 26/01/11
El único propósito existente en la mente de Hugo Chávez es el de ganar las elecciones de 2012, por lo que todo lo que sirva a ese objetivo es bueno y debe impulsarse, mientras lo que lo entorpezca en cualquier forma es malo y debe ser anulado El objetivo fundamental de la Ley de Educación Universitaria, aprobada por la Asamblea y derogada inmediatamente por el Presidente, era la puesta al servicio de las instituciones educativas superiores de un proyecto político-personal: el de Chávez Presidente eterno. No se trata, como demagógicamente señalan los devotos del Presidente, de colocar los estudios universitarios en sintonía con el proyecto actual de la nación venezolana, pues dicho proyecto es completamente inexistente. El único propósito existente en la mente de Hugo Chávez es el de ganar las elecciones de 2012, por lo que todo lo que sirva a ese objetivo es bueno y debe impulsarse, mientras lo que lo entorpezca en cualquier forma es malo y debe ser anulado. De hecho, la cuestión educativa, más allá de lo administrativo, no estaba presente en los artículos de la Ley, pues la mayoría de contenidos se dejaban para ser incorporadas en los reglamentos. Las funciones esenciales del sistema universitario sólo aparecían luego de más de una treintena de artículos, pero quedaban totalmente diluidas ante consideraciones de carácter político e ideológico, que se repetían en forma exagerada a lo largo del articulado, como si su repetición garantizaría su aplicación. Estas “letanías” eran muy similares a las que actualmente existen en la Ley Orgánica de Educación y en la modificación de la Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación. El objeto de todas estas leyes fue diluido en un texto muchas veces ininteligible. En la Ley eliminada por Chávez desaparecían los institutos politécnicos, seguramente porque los diputados no entienden su diferencia con los institutos de tecnología; igual suerte corrían los pedagógicos. No establecía nada sobre la carrera académica, ya que no señalaba los mecanismos de ingreso docente, los niveles del escalafón, ni la prosecución, ni las dedicaciones de trabajo. En el pregrado, no se ocupaba de la admisión estudiantil, ni de la equidad, ni de los requisitos de ingreso, ni de los problemas de prosecución de los cursantes; ni siquiera establecía los principios de esta materia tan importante. Los artículos sobre el postgrado está mejor escrita, pero yerra al colocar a las maestrías y las especializaciones juntas, cuando éstas las primeras son cursos de formación de investigadores y las otras de formación de profesionales especialistas. La Comisión Consultiva Nacional, organismo nuevo integrado por funcionarios públicos nombrados por el ministro, quien seleccionaba hasta a los rectores miembros, se reuniría semestralmente para asesorar en materias no académicas, dada su composición. El sistema electoral formulado dejaba en estudiantes y egresados la elección de autoridades, pues son la mayoría. Esto no favorecerá al Gobierno, pero deteriorará las instituciones y mantendrá al país en el subdesarrollo científico.
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