Américo Martín
Tal Cual, 16/01/11
1 Leo que en Aporrea elogian a Humberto García Arocha alegando que no era partidario de la autonomía "absoluta". Insigne tontería. Nadie, ni los ilustres Humberto y su sobrina Cecilia, ni ningún defensor de la Universidad autónoma cree en "absolutos".
La autonomía, defendida durante nueve décadas por las fuerzas hemisféricas de avanzada, protege la libertad de cátedra, la educación libre, sin dogmas, sin ideologías impuestas a la fuerza ni guías alumbrados.
Debido a su arraigo latinoamericano sus siniestros enemigos no se atreven a desconocerla abiertamente; prefieren asesinarla mientras invocan a fallecidos que hoy los combatirían a ellos con la fuerza de su talento. Ya decía Sartre que los grandes muertos son alimento de los vivos.
Alega el oscurantismo que las luchas universitarias son elitistas, pero del pueblo llano vienen en mayoría los estudiantes, para quienes están desquiciados los que oponen "emancipación social" a libertades fundamentales.
2 En el poder se asombran de tanta tenacidad universitaria, tanto coraje físico e intelectual como los que se levantaron contra la deplorable Ley de Educación Superior. Olvidan la limpia historia de nueve décadas de reforma universitaria que unió a vastos sectores populares con los pensadores más avanzados y contra el lavado de cerebros y las dictaduras militares.
La autonomía tiene un anclaje profundo en América. Emanó de la reforma universitaria de Córdoba en 1918, y se enfrentó a la vieja educación del magister dixit, las visiones totalitarias y las élites reaccionarias que monopolizaban el poder y la enseñanza.
Rebasó las fronteras de la academia convertida en eje de la democracia y la integración latinoamericana. Fue vanguardia de la emancipación nacional de los latinoamericanos.
Combatió la autocracia, la ideología única, la concentración del poder en el puño de falsos redentores. El movimiento se propagó por el subhemisferio, grandes líderes salieron de él. Haya de la Torre, fundador del APRA peruano y Julio Antonio Mella, fundador del partido comunista cubano, Gabriel del Mazo, Alfredo Palacios y José Ingenieros estuvieron entre sus ductores.
Haya y Mella fueron presidentes de la FEU. El primero, alma del Congreso estudiantil de Cusco en 1920 y el segundo, del Congreso estudiantil de La Habana en 1923. Venezuela, al margen, durmiendo el tenebroso sueño del gomecismo.
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