jueves, 13 de enero de 2011

En memoria de Bello

Gustavo Roosen
El Nacional, 12/01/11
El veto presidencial a la Ley de Educación Universitaria y la acción ciudadana que le precedió han tenido la virtud de poner de relieve el valor del ejercicio democrático de la disidencia y, al mismo tiempo, de reafirmar la voluntad nacional de mantener en primer plano de discusión temas tan fundamentales como el de la educación.

Desde la oposición democrática e incluso desde sectores académicos cercanos al Gobierno se levantaron voces para detener el sinsentido de la radicalización ideológica, de la pérdida de la autonomía universitaria, de la concentración de poder en las instancias oficiales, de la presencia absorbente del Estado rector, de la pretensión de control político, de la desfiguración de la democracia participativa, de la intención de hacer de las universidades centro de difusión de una única línea de pensamiento.

El regreso del tema a la Asamblea y, ahora sí, a la discusión pública, es el momento para las propuestas. Es, por ejemplo, el momento para relanzar el proyecto de ley de educación superior, elaborado por profesores de 7 universidades y presentado en diciembre pasado, con el respaldo de cerca de 40.000 firmas, a la Asamblea Nacional. Hay allí coincidencias con lo mejor del proyecto oficial pero, sobre todo, lineamientos para una universidad plural, abierta al pensamiento libre y democrático, crítica, en permanente renovación, centro de creación de pensamiento, motor de modernización, comprometida con la excelencia, profundamente integrada al país y simultáneamente abierta al mundo y al intercambio global.

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