viernes, 21 de enero de 2011

A la comunidad académica venezolana

Orlando Albornoz

El interés y preocupación de la comunidad académica venezolana, en mi criterio, debe ir más allá de la promulgación o veto de una nueva ley que regule el comportamiento institucional del sistema de educación superior de esta sociedad. Sugerir una discusión pública acerca de cómo regular a las universidades es una receta para el desastre.  Es irrelevante considerar a la educación superior, como un área de disputa ciudadana. Por analogía, sería absolutamente impensable que la Fuerza Armada sometiese a discusión pública su conformación y sus tácticas y estrategias. Del mismo modo, igual ocurre con cualquier otra actividad que requiera experticia altamente especializada, pues se engañaría a la opinión pública si se pretendiese llevarla a una discusión de este tipo.  Definir el destino de nuestro sistema de educación superior pasa por la investigación científica necesaria acerca del comportamiento del propio sistema, lo cual no se ha hecho y por ello a menudo se proponen cuestiones que no corresponden con los problemas objetivos a resolver.

La comunidad académica venezolana está en capacidad de fijar sus propios objetivos y al menos de mi parte observo grave el populismo académico que se pretende imponer. La universidad es asunto de los académicos, no de los usuarios o de los interesados en el funcionamiento del mismo. Cuando Federico  Barbarosa ejecutó en 1155 la reforma de la universidad, sobre la base de la responsabilidad social y la solidaridad institucional, afirmó la necesidad imperiosa de la libertad académica y la autonomía, para que los sabios de la época pudiesen trabajar con eficiencia, disfrutando de su apreciada tranquilitas scholarum. Solamente los magistri estamos, en verdad, informados del conocimiento, esotérico, y si no se acepta esa verdad y se lleva la discusión al público, sólo un adefesio será el resultado. Lo académico, ello es un axioma, no es cosa de ciudadanía, sino de conocimiento, de experticia. Por ello me asombra que la universidad venezolana acepte discutirse fuera de sí misma, obligándose a aceptar eventualmente criterios no académicos para el manejo de las instituciones. La universidad se discute intra-muros, como una decisión clínica en el quirófano, sin otra participación que la del experto, y eso es lo que la sociedad espera de la universidad: sabiduría, que no ciudadanía.

El documento, Open letter to the international academic community on the Venezuelan situation in higher education and in science and technology que Ud. puede abrir o no según su voluntad, por supuesto, aboga por una discusión acerca de la universidad, entre los académicos. Está escrito en inglés, para poder acceder a la comunidad académica internacional, pero obvio que también para la nacional, por lo cual la envío en esta ocasión. Es una perspectiva poco popular, ciertamente, pero que estimo responsable y necesaria. Quien lo ha escrito es un académico, sin participación política alguna, excepto la ciudadana. Por ello este documento no tiene otra intención que la estrictamente intrínseca. 

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